Capítulo 7

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Desayunamos todos en silencio. Ni siquiera Abelard lo interrumpe haciendo algún comentario fuera de lugar. No se lo digo, pero lo agradezco mucho.

Un poco antes de que sea medio día, me reúno con Simbia, que en un semblante más serio que nunca, me da la ropa para la arena. Una camiseta sin mangas bajo una chaqueta fina con un diez impreso en una manga y pantalones de tela elástica. Botas mullidas para los pies. Simbia parece dubitar viéndome.

—Es ropa ligera pero la tela es térmica de la más moderna, y el calzado me confunde. Quizá sea una zona de montes como hace un par de años; mucho calor en el día y se enfría por las noches. 

Desde que el tal Coriolanus Snow es vigilante en jefe, hace unos años, implementaron las arenas sorpresa en lugar del viejo estadio de siempre. Para ellos es más entretenimiento, para nosotros, una preocupación extra.

—Bien, gracias—Todo es hipotético, pero yo ya tenía un desierto en mente, saber de telas viene bien.

— ¡Oh! Casi lo olvido. Hoy estaba viendo la tv, en una entrevista revelaron que habrá algunas sorpresas por ser los 25 años, hablaron de probables cambios en la dinámica de los juegos.

Puedo notar la emoción en su voz, al fin y al cabo es del Capitolio—Eso es malo, ¿cierto?

—Ah, sí. Probablemente.

—Está bien... muchas gracias, Simbia. — La abrazo rápidamente y me voy a los ascensores, donde Abelard me espera para irnos.

— ¿Y los chicos?

—Cort irá por separado. Dorian está con él, pero él te despedirá antes de entrar a la arena... ¿nerviosa?

—Diría asustada.

Bajamos todos los pisos y salimos a un enorme patio poblado por agentes de la paz y aerodeslizadores.

—Aquí nos despedimos. Mucha suerte, Arabelle.

—Gracias. —Y lo digo en serio. A pesar de todo, Abelard hizo un buen trabajo con nosotros. Esta vez es él quien me atrae hacia sí para un abrazo.

Me subo a uno de los aerodeslizadores, hay otros cinco tributos dentro. Sólo reconozco a dos de ellos: Está la del 5, Ema, quien según recuerdo tiene mi edad y salió en la votación por poca diferencia de votos. Dorian nos dijo que no nos preocupemos mucho por ella, que no parece una amenaza. Luego está el chico del Distrito 1, Adler. Creo que tiene dieciocho, y es uno de los profesionales. Sin ir más lejos, él fue quien obtuvo un 10. En la televisión contaban que habló con todos en su distrito para que lo eligiesen. Ya quiero estar lo más lejos posible de él. 

A los otros tres sólo los recuerdo del entrenamiento. Un joven del distrito 8, otro del 4 y una chica del 2, que, me dijeron, no es una profesional, pero así todo sacó un nueve.

El viaje es corto, pero agobiante. Nos implantan rastreadores en los brazos, lo cual duele mucho, más considerando que el mío está roto. Al bajar veo a Cort de lejos, me saluda agitando un poco la mano, asiento en respuesta. 

Recién ahora se me ocurre que debimos haber organizado algún plan. Estoy por alcanzarlo cuando un agente de la paz aparece y me guía hacia un edificio. Bajamos unas escaleras y me deja frente a la puerta de algún cuarto. Al entrar está esperando Dorian, para despedirme. Creo que Abelard estará con Cort.

—Hola... ¿Y qué tal estás?

—No podría estar mejor, sabes.

El sarcasmo es la mejor manera de no mandarlo a la mierda. Pero nervios fuera, lo entiendo, yo tampoco sabría qué decir en una situación así, a pesar de haber tenido años practicando, debe ser imposible acostumbrarse.

El Primer Vasallaje || Los Juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora