Capítulo 15

453 59 2
                                    

Al despertarme estoy entre unas ramas y hojas amarronadas que se me clavan en cada parte expuesta de mi cuerpo, dejándome tajos que no sangran, pero arden. Confundida, miro mis manos, que también están algo rayadas, y una tiene una herida profunda en el medio que, creo recordar, fue autoinfligida, pero no sé por qué haría eso.

Tal vez sea efecto de la oscuridad de la noche, pero veo mis dedos de un tono violáceo, lo cual no puede ser bueno y, cuando trato de cerrar la mano en un puño, sólo llego a la mitad. 

A duras penas consigo pararme, y termino agitándome por esa simple acción. En ese momento el cielo se ilumina y una gigantesca imagen de Raquel aparece entre las estrellas. 

¿En qué momento pasó eso? La tristeza me invade de repente. No es que hayamos tenido mucha relación, pero hubiera preferido mil veces que gane ella antes que el chico del 7. Además eso me deja sola y con un estado de salud dudoso, contra un asesino de profesionales violento y sádico.

¿En serio sólo quedamos nosotros? ¿De verdad conseguí llegar hasta aquí? Tal vez la ausencia de buena suerte que tuve durante toda mi vida decidió recompensarme. O tal vez sólo sea una ilusión, como cada pequeña cosa buena que me ha pasado, y al final sea algo así como subir para poder caer más fuerte. Caer, caer... Cada paso que doy, aunque me esfuerzo porque sea preciso, es lento, bobo y cuenta para tropezarme varias veces por minuto. Por suerte las caídas son suaves, y la nieve cálida.

Decido ser directa e ir al encuentro de Gobnet. Si va a matarme que lo haga rápido. Pero lo poco que lo conozco me vale para pensar, con bastante certeza, que podría hacer mi muerte algo más dolorosa de lo necesario, y no lo dejaré hacer eso. Luego está la ínfima posibilidad de encontrarlo primero y matarlo sigilosamente, pero las cosas han ido bastante mal recientemente como para soñar, además en mi estado actual soy todo menos silenciosa.

En un trayecto que me resulta familiar, pero no sé a dónde lleva exactamente, llego a un terreno llano por el que creo que nunca antes había pasado. De lejos se distingue claramente el lago congelado. Una vez más, esa extraña trampa que nos prepararon, aparece en mi camino. Me recuerda a una escultura horrible que Maurice tenía exhibida en la casa, allá en el 10. Le encantaba, así que no podía sugerirle que la quite. Siempre estaba ahí estorbando. ¿Por qué mierda vengo a recordar eso justo ahora? Miro el anillo que me dio, ni siquiera tiene sentido pensar en él, pero vaya, me encantaría volver a verlo, tal vez también a Lionel, y la lista se termina ahí, pero quisiera estar en casa. Con la gente de mi distrito odiándome y todo. Quisiera que nada de esto fuese real. 

Estoy por seguir de largo, cuando veo a Gobnet caminar cerca de allí, no puedo saber con seguridad si él tiene alguna idea de lo que pasa con el lago, pero por su rostro, sus gestos, su ausencia de sonrisa macabra, no parece tener ni una pista. Al final este estorbo podría serme de utilidad.

Me aproximo al lago con sigilo, a la velocidad a la que voy, cualquier ventaja, por pequeña que sea, me ayudará. Cuando estoy en el borde, donde termina la nieve y empieza el hielo, el sol se asoma apenas por el horizonte, dándole a todo un aspecto más colorido, entre tantas gamas apagadas. No sería un sitio tan feo para morir, si las cosas resultan mal. 

Confiando en mis fuerzas restantes decido arriesgarme.

— ¡Eh, Gobnet! —Me cuesta modular, pero tal vez sea por no haber hablado en mucho tiempo. Él se da vuelta exaltado y, al verme, empieza a correr hacia acá. Respiro profundo y comienzo a avanzar por la superficie cristalina. Sólo debo ir hacia adelante, llegar al otro lado. La distancia entre el chico del 7 y yo se hace cada vez más corta, pero él también va lento. Cuando miro atrás noto que tiene una pierna herida, eso es nuevo. No, no. Ya lo había visto así. Una flecha de Raquel.

El suelo se estremece bajo mis pies, y yo lo imito. Gobnet parece extrañado, entonces empieza a apurarse.

Correr resulta imposible en este momento, pero voy tan rápido como puedo. Él me alcanza. Se tira a mis piernas, tumbándome, y caigo en seco, como un fardo de paja. No forcejeo; quiero, pero no puedo. Está por alcanzar su hacha, cuando recuerdo que también tiene un brazo herido. Aprieto fuertemente hasta que afloja su agarre y, dándole una patada en la pierna mala, tomo ventaja, y me arrastro penosamente en los primeros pasos. Falta muy poco para llegar a tierra.
Detrás de mí, Gobnet renguea velozmente, tomándose el brazo con una mueca en el rostro. Estoy exhausta, ni siquiera sé cómo sigo moviéndome, pero no pienso detenerme, no hasta llegar al otro lado. 

El hielo al fin empieza a crujir, y siento como se parte más atrás. Otro temblor vuelve a tirarme, pero ya palpo la nieve mezclada con tierra. En ese instante, Gobnet me toma por el tobillo y tira. Me aferro como puedo clavando los dedos, hundiéndolos en la nieve fangosa y doy con una una raíz a la que me aferro. Mientras, intento zafarme de del chico pegándole patadas, pero no me suelta.

—Pelea, Diez. Pero si yo no voy a ganar, tú tampoco—Dice resignado, mientras se abraza a mi pie izquierdo.

— ¿Sabes, Gobnet? Creía ser la que más merecía estar en los juegos, pero veo que no lo soy.

El hielo sigue quebrándose, pero el chico no me suelta.

—Yo tenía que ganar... —Se calla por un momento, y me parece escuchar un sollozo— Fui voluntario, estaba seguro. Yo maté a más que nadie...

—Sólo déjalo. Ya está, llegaste hasta aquí, no es poco.

No puedo creerlo. Estoy consolando a quien se supone que debería matar.

Está por responder, cuando el hielo se parte y, lo que sea que hay en el agua, empieza a 
arrastrarlo. Se aferra con más fuerza a mí, tal vez víctima del miedo, pero el agua congelada le afecta así que vuelvo a patearlo, esta vez en la cara, y por fin cede. Al desaparecer en la profundidad, una pequeña ola de agua helada me choca de espaldas. 

Trepo cansadamente con ayuda de la raíz y salgo del agua, arrastrándome y cayendo rendida en el suelo. No siento mis piernas, no siento mis manos, mi rostro, pero tampoco siento frío, para nada. Solamente sueño, mucho sueño, y la nieve parece un colchón. No, es mucho más suave y cálida. 

Lo último que escucho es el estallido del cañón. Francamente, no importa si es por Gobnet o por mí.

El cielo brilla a través de mis párpados.

+++++++++++++++++


Y... después de veinte años acá está el capítulo 15 :) (nadie lo pidió, pero...) Bue, va para vos, Cherry Boc-hot.

(ante último capítulo, by the way...)


El Primer Vasallaje || Los Juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora