Capítulo 2

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Desde que tengo memoria, las reglas de los Juegos no han hecho más que cambiar cada año, pero nada como esto. El sorteo parecía una constante. Supongo que la oportunidad de ser extra sádicos una vez se veía bien. Quizá la matanza de niños por sí sola ya les queda corta.

Dos días después del anuncio, todos los habitantes mayores de dieciséis somos forzados a ir a la plaza del mercado a votar por quiénes serán los tributos. Decido votar por mí misma, ya que de todas formas no cambiaría nada y prefiero evitar el ejercicio de pensar a quién me gustaría más condenar si las cosas fueran distintas. Pero elegir a mi compañero es un problema, de nuevo, no me siento bien mandando a nadie a su muerte, pero hay agentes de la paz revisando cada voto antes de tirarlo en las urnas para que nadie juegue a ser bueno entregando un papel vacío; sería un acto rebelde y ni siquiera uno tan relevante como para recibir una condena. Y es que el pensamiento oscuro está ahí, morir por la horca sería más rápido que hacerlo en los Juegos. Pero no, ellos sólo reprenden y exigen a la persona que escriba un nombre frente a sus ojos, pasa varias veces en la fila. Esperanzador, al menos lo intentaron.

Con pesar acabo eligiendo a Lionel Ribbentrop, ya que estoy cien por ciento segura de que nadie más lo hará. Íbamos juntos a la escuela —él la abandonó antes que yo —y trabaja conmigo, aunque pocas veces coinciden nuestros horarios. Últimamente hablo muy poco con él, pero se acercó luego del incidente para aclarar que no me culpaba, que tenía su apoyo y que repudiaba a los que me atacaron, en sus palabras, salvajemente. Su corta visita fue una pequeña luz en unas semanas demasiado oscuras.

El punto es que sé que Lionel no conoce a mucha gente (y por ende, pocos lo conocen a él) y además es una de esas personas que carga con buena vibra. A mí me cae muy bien, de hecho, por eso se siente tan mal. Pero debo confiar en las probabilidades.

Voy a votar, evitando a la mayor cantidad de personas posible, todas mirándome con ese odio que ahora reconozco. Podrían morir de hambre por mi culpa.


Más tarde cumplo uno de mis nuevos turnos, arreglando algunas goteras y alimentando a los animales que quedaron. Mientras limpio el corral de las vacas, Lionel se acerca a mí. No puedo evitar sentirme culpable al verlo, aun sabiendo que no irá a los Juegos sólo por mi voto.

—Hola, Ara.

—Hola, no sabía que hoy te tocaba venir. —Es como si la vida siguiera torturándome por lo ocurrido. "Toma para cerrar esta gran semana, mira a los ojos al amigo que mandarías a los Juegos"

—No me toca. Quería saber cómo sigues.

—Estoy bien, un poco adolorida pero voy mejorando— Todo mi cuerpo está amoratado, no puedo usar mi brazo izquierdo y creo que tengo una costilla rota, pero creo que le basta con verme para saber. 

—Claro... —Baja la mirada al piso, con una mezcla de vergüenza y tristeza —También tengo que decirte algo o no podré dormir tranquilo. Yo... te voté hoy.

Extrañamente me alivia escucharlo. Debe notar mi gesto sin entender su significado, cuando retoma —Entiende que no te culpo ni te odio, nada de eso, pero cuando voté en blanco ellos—

Lo corto —Lo sé, con o sin tu voto seré yo. No te preocupes, era la mejor opción, yo misma me voté pensando en eso. 

Es egoísta, pero evito confesarle que para el tributo masculino lo voté a él; incluso luego de que él mismo lo haya hecho. No quiero que la única persona además de Maurice que guarda algo de simpatía por mí cambie de idea. 

Suspira, como si necesitara mi perdón—Divertido, yo también me auto voté. 

Un escalofrío me recorre el cuerpo, él no debía tener más que mi voto. No debe. Con calma, no debo llenarme de ideas, aún así no serán más que nuestros dos votos. Otra idea paranoica me golpea.

—Espero que no le hayas dicho a nadie que gaste en ti su voto.

—No, claro que no—ríe, despreocupado como reconociendo el hecho de que nadie puede desearle el mal—Tampoco estoy loco.

Tras un silencio agridulce él retoma:

—Ara, en serio, no fue tu culpa. No creo que lo haya sido.

—Gracias por decirlo, pero sí lo fue. Me descuidé y sólo desaparecieron.

—No lo entiendo, tuvo que ser un robo, pero ¿Quién lo haría? 

—Ni idea.

—Bien, pero si te enteras de algo dime ¿Sí? 

—Em... claro.

— Yo voy a seguir investigando, te lo debo por... ya sabes, nos vemos.


Esa noche no consigo dormir. El dolor, el frío insoportable y el hecho de saber que estoy a horas de mi posible muerte pelean por quitarme el sueño y en conjunto lo logran.

Aprovechando mi soledad, decido tomar un baño y prepararme. Para cuando sale el sol ya estoy lista, o todo lo que puedo estarlo.

Llego primera a la Cosecha y me ubico lo más adelante que puedo, así será más fácil subir al escenario cuando llamen mi nombre. Al rato comienzan a llegar los demás, ignoro sus miradas. 
Cuando ya estamos todos, un excéntrico hombre del capitolio con su extremadamente colorida ropa de invierno sube al escenario. Luego de saludar alegremente al Alcalde y a Dorian Petersen, nuestro primer y único vencedor, se ubica en el centro. Junto a él están los dos recipientes de cada año. Deberían estar llenos de nombres, pero por esta "ocasión tan especial" según dice Abelard, ese extraño locutor capitolense, y responsable de los tributos una vez suben al tren, sólo hay un papel en cada uno. 

Luego de mostrar el video de siempre en la gran pantalla, Abelard se acerca al primero de los recipientes, el de las mujeres, y lo lee.

—Arabelle Spottiswood— Por supuesto, no iban a ser indulgentes. 

—Sube, querida.

Lo hago. Una vez arriba del escenario Abelard me felicita, dice un par de tonterías que no escucho y luego saca el nombre del varón. Aunque claro, se toma su tiempo rodeando y luego abriendo lentamente el sobre para generar en la gente lo que él cree es expectación. Y sólo es miedo.

—Cort Heinrictobb.

Eso no me lo esperaba. Cort es el hijo de un carpintero local, este sería su tercer año en el sorteo. Es muy cruel haber votado a alguien tan joven, pero sí sé por qué lo hicieron. Él está enfermo, dijeron que moriría en un par de años a lo sumo, pero eso no lo vuelve más ético. Para nada. Solo otra muestra de la sangre fría que tiene el distrito ganadero.

Camina tenso hasta estar a mi lado, puedo oír su respiración agitada y a sus padres llorando en la multitud.

—Un aplauso para los tributos del Distrito Diez!  

Al menos tienen la delicadeza de no aplaudir.

Luego de otro discurso, unos agentes de la paz nos llevan dentro del Edificio de Justicia. Y entre los hombros de esos corpulentos hombres que me escoltan de manera innecesariamente brusca, veo el haz de luz del exterior volverse cada vez más pequeño mientras cierran las puertas.


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Holaa! Hoy subí dos caps juntos (este es corto) , pero a partir de ahora vienen de a uno. Otra cosa: si veo buen recibimiento (lo cual es poco probable) voy a subir uno cada día, si no, cuando me acuerde. Pero lo seguro es que va a completarse. Ok? ok. 

Eso solo, buenas noches.

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Hola vengo del futuro, 5 años después aprox, le estoy metiendo vaarios cambios, eso solo salu2 

El Primer Vasallaje || Los Juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora