Capítulo 10

451 66 5
                                    

Abro lento los ojos, extrañamente relajada. Por un segundo me olvido de donde estoy y de cómo son las cosas. Por un segundo estoy en paz.

—Murieron dos más durante la noche.—Excelente, gracias, Cort—Y el cañón de ayer fue por la chica del Distrito 3. Amanda algo; entrenamos juntos en la parte de las espadas... Era agradable.—Mira al suelo mientras habla, pero enseguida se irgue y sigue— Los otros caídos fueron los del 11, parece que iban juntos.

—Entonces faltan diez. —Faltamos— ¿Estás listo para ir a la Cornucopia?

—Claro. —Palmea su espada, se ató la vaina al pantalón. No parece algo cómodo llevarla así, pero tampoco parece que vaya a soltarse o generar problemas.

La tormenta parece haberse calmado, al menos de momento. Una voz en mi cabeza me recuerda que hay un grupo de vigilantes que escuchó nuestro plan y pueden haber mejorado el clima adrede para que nos movamos. Como sea.

Primero nos dedicamos a recordar el camino, luego, cuando llegamos a un acuerdo, emprendemos viaje.

Vamos sin preocuparnos mucho por los alrededores, pero alertas. Al acercarnos a la gran estructura nos escondemos en unos matorrales, para verificar que nadie más haya aprovechado el momento para equiparse.

Entonces vemos a Adler, el último profesional y, creemos, el más letal de los tributos. Está buscando provisiones, armado, por supuesto. De la nada aparece Gobnet, el chico del Distrito 7, y va con un hacha en la mano. Probablemente sepa usarla, ya que es cosa de su distrito. ¿Pero irá en un mano a mano contra el favorito para ganar? Parece algo loco, a no ser que él sea otro gran asesino.

— ¿Sabes cuál fue su puntuación en los individuales? —Le susurro a Cort; a esta distancia podrían oírnos con facilidad. 

—Un nueve, creo. —Lo mira con los ojos muy abiertos, como esperando a ver lo que hará. 

El joven se mueve con sigilo hacia Adler, y poco a poco prepara el arma para atacar. El otro por su parte parece no notar su presencia, está demasiado concentrado en su búsqueda de vaya a saber qué.

Está a menos de un metro cuando el del 1 por fin lo nota y, en un rápido movimiento, saca su espada y la extiende hacia él. Al ver quién es, su expresión cambia de susto a odio. Entonces le grita:

— ¡Mataste a mi grupo, imbécil! Vas a ver... 

Gobnet parece divertido con la situación, algo enfermo, la verdad.

— ¿De eso se tratan los Juegos, no?

—Probémoslo.

Entonces Adler se le abalanza y empiezan a pelear. Contengo la respiración por los nervios. Los dos son rápidos y fieros, pero sorpresivamente, el del 7 se desenvuelve mejor. Esquivando y presionando al otro con un ritmo impresionante. El del Distrito 1, quien esquiva las arremetidas del otro con menos clase, se desespera y consigue darle en un brazo antes de que Gobnet se retire para recargar su próximo golpe. Es un buen corte, pero se desprotege lo suficiente para generar una entrada y el del Distrito 7 asesta reventándole las costillas de un hachazo. Adler cae al suelo borboteando sangre desde todo un costado. Su boca se enrojece, y se retuerce en el suelo encogiéndose en posición fetal, hasta que queda inerte, empapando todo con su sangre. 

—No puede ser. —Dice Cort, shockeado. Yo sólo me quedo boquiabierta, mientras Gobnet, con toda la tranquilidad del mundo, toma las cosas de Adler empapadas de rojo, algo de la Cornucopia y se interna en el bosque.

—Dios. Suerte que nos movimos de ahí—Le digo a mi compañero, respirando por fin. Él no me responde. 

Nos acercamos sigilosamente a ver las cosas que quedan. Por fortuna hay algunas mantas y anoraks entre las cosas. Tomamos sólo lo necesario, y nos hacemos de unos gorros de lana y un par de bolsas pequeñas de frutas secas. Hay muchas armas, pero no son tan importantes; la Arena y Gobnet llevan bien lo de sacar tributos de en medio por sí mismos. Precisamente por eso quedan tantas cosas sin usar.

Volvemos a nuestro escondite, todo el trayecto sin hablar. Nos cambiamos y dejamos secando nuestra antigua ropa en un tender improvisado con la cuerda del paracaídas de ayer. Puede que las otras partes también nos sean útiles, pero aún no veo cómo.

Cenamos las conservas que encontramos hoy mientras vemos la proyección de Adler en el cielo. Pudimos estar ahí por diferencia de minutos. 

Hago un esfuerzo por conversar, pero Cort sólo responde a base de monosílabos, con suerte. Supongo que la situación de hoy no fue la imagen más linda que el chico pudo llevarse. 

—Sólo faltan ocho. —Su rostro imparcial, su voz con tono calmo, mal fingido. Y no me está contando en su lista.

—Nueve. 

—Sí, pero...

—Shh. Tenemos un trato.

—Ya sé. 

Me gusta la situación tan poco como a él, pero no tenemos nada mejor. Volverá vivo al Distrito, nuestra gente recibirá lo que necesita y yo me habré redimido. Eso con la mejor de las suertes.

Hago guardia mientras Cort duerme. En tanto, como no hay nada mejor que hacer, me quedo mirando las estrellas; parece casi imposible que sean artificiales, que esto sea sólo un escenario donde nosotros actuamos para divertir al público, a costa de nuestras vidas. 

De pronto un cañonazo interrumpe mis pensamientos y tomo mi cuchillo, alerta. No hay forma de saber dónde y cómo murió el tributo que haya sido, pero me temo que ese Gobnet esté involucrado. 

Me equivoqué mucho al enfocarme en el chico del 1, cuando la verdadera amenaza era un joven de un distrito bastante pobre que no prepara profesionales. Aunque es cierto que pudo haber tenido sus métodos para saber sobrevivir o incluso matar; trabajando en las talas, tal vez. Aun así es desconcertante. 

Luego del cañón la noche pasa tranquila e incluso rápidamente. Al llegar la mañana enciendo un fuego y cuando Cort se despierta le cuento sobre el nuevo caído. Se queda en silencio por alrededor de un minuto, entonces habla.

—Creo que debemos separarnos.


+++++++++++++++++++++++++++++++++


CHAN CHAN! Bue, no. Ahí termina otro capítulo, corto, pero lleno de acción (? Ya es el 10! 10 como el distrito... 10 como el número... no puede ser coincidencia. No amerita un voto acaso? (O un comentario)

.

.

.

Por una vez tenés razón, Yo del pasado, voten! comenten! bue si quieren 


El Primer Vasallaje || Los Juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora