Era de esperarse, Alec triunfo en Nuevo Progreso. Mi hermano tenía un don para triunfar en plazas. Él decía: No se trata de triunfar solo en una, sino en todas. Y con su plan ambicioso de seguir siendo la figura número uno de México y dejar huella, se exigía demasiado y lo lograba. Claro que también le iba mal, no era perfecto y él aceptaba eso. Si el toro era manso, como el de Emilio, intentaba sacarle buenos pases, pero si el toro era bravo, lo hacía mucho mejor.
A Mauricio le fue igual de maravilla. Los toros de La Villa habían salido muy bravos, grandes, bien comidos y el hacía que aprendieran muy rápido. Naima había ido a verlo, mis papás se fueron a Guadalajara, mientras que yo me quedaba en la casa a desparasitar algunos becerros con los caporales y Daniel.
Diciembre ya se acercaba o mejor dicho el domingo ya era primero y el cumpleaños de Alec también, al ser viernes fui con mis hermanos a galerías, a comprar regalos navideños.
Nos separamos cuando llegamos. Lo difícil de juntarse con hombres es no saber que regalarles. Siempre ha sido mi problema y aunque los conozcas tan bien, nunca sabes que darles. Fui a todas las secciones de hombres y a Naima me la encontré, quien también buscaba ropa de hombre.
- Que difícil es regalarle a un hombre – comenté.
- Ya sé y eso que yo ya llevo diez años regalándole y hasta la fecha no sé qué es mejor.
- Naima, que prefieres, ¿camisa blanca o negra?
- ¿Para Santiago?
- No, para Alec.
- La negra, más formalidad y elegancia, también se ve más guapo con ese color. Y se la puede llevar el sábado, recuerda que es de etiqueta.
Naima pensó que sería buena idea ir de etiqueta: el color negro sería esencial el sábado, por lo que también busque un vestido para mí. Me lleve esa camisa, junto con una corbata lisa azul rey.
La Cuadrilla de Oro, tenía la costumbre de regalarse en Navidad. Esta vez nuestra pequeña posada sería en casa de Franco.
Una vez que compre todos mis regalos, me fui al área de comida para esperar a mis hermanos ahí, quienes, según ellos, no tardaban en llegar. Preferí pedir una pizza para los tres y refrescos. Ambos con bolsas y riendo llegaron, cuando tomé asiento.
Estábamos tan hambrientos que nadie dijo nada sobra la comida, ellos tenían cierta dieta, pero yo no, a mí no me importaba.
- Deberíamos hacernos un tatuaje – de repente habló Alec.
- No lo creo – hable después.
- Yo creo que sí – me retó Naima –. Además, siempre has sido la hermana rebelde de los tres, ¿ahora porque no?
- Cierto, ¿Por qué no? – habló Alec con la boca llena. Naima odiaba que la gente hablará con la boca llena, pero no dijo nada.
- No he sido la hermana rebelde, solo que pienso a veces que es necesario hablar sin tapujos.
- Tienes un piercing Savannah, ¿y no quieres un tatuaje? – me seguía retando Naima.
- Tenía - recalqué –, aparte, si me lo quité fue por algo. No estoy lista para un tatuaje... que la aguja recorra parte de mi piel, no es algo que desee.
- Vamos Sa, no duele – aseguró Alec.
- ¿Y tú cómo sabes? – inquirió Naima.
Alec vio primero a Naima y después me vio a mí, para finalizar con una sonrisa, tenía la pizza recién mordida, Naima le pegó en el brazo y yo hice un mohín de desagrado, después deje escapar una sonrisa.
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LA GANADERA
Teen FictionSavannah Villarroel, ganadera de Los Tres Arroyos, es una joven influyente en el mundo taurino. A pesar de estar al margen por ciertos murmullos que rondan a su alrededor. Savannah es un chica joven y madura, que disfruta de su relación con el matad...