9 NAVIDAD

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Los días después a la corrida Guadalupana fueron más lentos y solitarios, como manecillas de un reloj colgado a la pared. Mi hermano tenía cuatro corridas más antes de Navidad, y los demás también. Desgraciadamente Sebastián se llevó a mi primo y Naima se fue con Mauricio a México. Yo me quede en la Ganadería a trabajar junto con mi papá y haciendo compañía a mi mamá, tenía vacaciones.

Nacieron dos becerros más, teníamos que cuidarlos por las heladas y un nuevo integrante a la familia se nos unió, al parecer habían abandonado un cachorro a la entrada de la Hacienda, por lo que mi papá decidió adoptarlo y acogerlo como lo hacía siempre. Mi mamá al principio no lo aceptó, pero lo fue queriendo de poquito en poquito y lo fuimos educando. Su pelaje era cremoso y padecía de heterocromía, sus orejas estaban levemente levantadas y no tenía más que un mes, decidimos llamarlo Jabonero, por el color. Chispas y Maletilla lo recibieron. Ellos dos eran los perros de la casa. Chispas era una perrita blanca, con grandes y borrosas chispas. Tenía pintada con una gran chispa una parte de su ojo y la otra no. Sus orejitas las tenía caídas y cada que corría mi hermano le decía orejas de paracaidista. Maletilla era un perro con un color de pelaje entre café y amarillo, con unas orejas pequeñas y cortas, pero siempre al tanto; Alec lo llamaba el perro de la sonrisa eterna, porque cada vez que te veía, parecía como si te estuviera sonriendo. Y era el más zalamero de todos. Los tres eran de la calle, así que realmente no sabíamos si eran de raza. Pero los amábamos demasiado y con eso nos bastaba.



Una tarde nublada decidimos mis mejores amigos y yo salir a Galerías a tomar una taza de café para platicar de nuestras vidas ya que hace tiempo no nos veíamos mucho. Cristóbal era de una estatura media, diez centímetros más alto que yo, con el cabello castaño y rebelde, él estudiaba Biología en México y era mayor por un año; Marina era una chica de mi misma estatura, más delgada que yo y con ese cabello rizado y rosado y la piel blanca, estudiaba Cinematografía en México. Ambos estudiaban en la UNAM y al ser foráneos, no los veía muy seguido.

- ¿Cómo vas con Santi? – preguntó Marina, mientras probaba su capuchino.

- Bien... creo – suspiré.

- ¿Y eso? – preguntó Cristóbal –. Ese suspiro dice muchas cosas.

- No lo sé. Desde la casi pelea en Five, todo ha sido diferente. María vino a pasar Navidad con él, decidió llevarla a conocer Guadalajara y Aguascalientes, no anda aquí.

- Oh, eso no es bueno Savy – comentó Marina.

- ¿Por qué?

- Porque... creo... ah... te está evitando – era una afirmación, más no una pregunta.

- ¿Evitando? – alcé las cejas -. No lo creo. Somos novios – intenté dedicarles una sonrisa, pero fue más una mohín.

- Pero, ¿han hablado? – inquirió Cristóbal.

- Un par de veces desde que se fue... - después lo pensé bien y les pregunté - . ¿Creen que si me esté evitando?

- No lo sé, los hombres suelen ser volubles.

- ¡Oye! –exclamó Cristóbal.

Marina lo volteo a ver, encogiendo los hombros y dándole un mordisco a su pastel de chocolate.

- ¿Tú qué harías si a tú novia la coquetean? – se irguió y le hizo la pregunta a Cristóbal.

- ¡Oye! – exclamé yo.

- Pues... no lo sé, primero lo golpeo y después pienso las cosas, para ver si terminamos o no.

- Ya vez... ya golpeo a Diego y ahora se alejó de ti porque está pensando las cosas. Savy perdón si soy algo directa - me tomó de la mano cuando vio mi rostro taciturno –. Hay que pensar en las diferentes probabilidades, esta es una mía y acepto que me reproches por meterme en tu vida personal, pero, ¿no crees que lo esté pensando?, quizá necesitan un tiempo...

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