22 EL REJONEADOR Y LA GANADERA

9 0 0
                                    

La corrida de aniversario en La México fue todo un caos. Franco y Alec tuvieron problemas, tanto con los toros como entre ellos mismos. Y tener que lidiar con el humor de mi hermano, no me apetecía. Solo escuchábamos los gritos de Alec y Franco recién habíamos llegado a la habitación del hotel.

- No cabrón, deja de cubrirme la espalda.

- Cállate wey porque haces lo mismo conmigo – contraatacó Franco.

Dothy se masajeaba las sienes, mi papá y el señor Manuel se habían quedado con el resto de la cuadrilla, mientras que yo cargaba a Ximena, en lo que Estefanía y mi mamá, estaban en el lobby.

- ¿¡Quieren cerrar la maldita boca ambos!? – gritó Dothy, aventando su bolsa a la silla.

Ximena empezó a llorar e intenté calmarla al darle su mamila, me quité las zapatillas mientras me sentaba en la cama y veía a mi hermano y su mejor amigo pelear.

- Franco, hablo enserio, no vuelvas a hacerlo.

- ¿Y qué?, ¿Quedarme parado viendo como el toro te da volteretas? Estas pendejo Alejandro...

- Aquí el pendejo eres tú...

- ¿Enserio se van a estar peleando por ver quien hace el quite primero? Maldita sea, parecen niños chiquitos los dos. Ya están grandes – grito Dothy, mientras se ponía en medio de ambos.

- No. Lo. Vuelvas. A. Hacer – remato Alejandro señalándolo, su traje de luces relucía, manchas de sangre lo opacaban.

- No me obligues a hacer algo que tú también harías.

Franco salió de la habitación y Ximena empezó a llorar. Mi idea fue llevarme conmigo a Ximena para apaciguar las aguas, pero no funciono.

Literalmente a Alec le había dado volteretas el toro y fue ahí donde entro Franco para hacer el quite; él primero se salvó, pero él segundo no tanto, no hubo cornada, pero esas volteretas estuvieron fatales.

Intenté calmar otra vez a Ximena y cuando se quedó callada, fue mi turno de hablar.

- No tienes porque enojarte con Franco, él solo te salvo...

- ¿Por qué no te callas Savannah? – su tono de voz me hizo enojar y apretar los labios.

Cargué a Ximena, el dolor de mis pies volvió al calzarme los stilettos, pero no estaba dispuesta a soportar su enojo.

- ¿Sabes qué? Ahí tienes a tu apoderada que te puede ayudar a quitarte ese traje. Me largo con mi mamá. Prefiero estar con ella a contigo y tú pinche humor de perros.

- Savannah... – empezó Dothy, pero aventé también la puerta, mientras con una mano sostenía a Ximena y con la otra la pañalera.



Ya había pasado una semana y aún no me hablaba demasiado con mi hermano. Arya y Zhao sentían esa tensión incómoda, pero no decían nada, estaban muy al margen de los problemas de hermanos y Alec me iba a escuchar.

- ¿Podemos hablar o me callarás otra vez? – pregunto, mientras me recargo en el margen de la puerta y me cruzo de brazos.

Alec levanta la cabeza, está sentado en el baúl y viste ropa deportiva, su tatuaje se logra notar un poco.

- Lo lamento – baja su mirada -. No era mi intención callarte, es solo que... perdóname.

Me adentro a su habitación y me siento a su lado.

LA GANADERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora