LA GANADERA

25 SI EL PATIO DE CUADRILLAS HABLARÁ, ¿QUÉ NOS DIRÍA?

La plaza de toros Santa María estaba a estallar.

Los vítores y la adrenalina que corría por las personas era contagiosa.

Algunos empresarios decidieron hacer una serie de corridas en Querétaro por día de muertos. Solo fue un fin de semana, pero fue el más épico que pude tener.

El sábado fue la corrida de rejones. Los Luna y Diego estuvieron presentes.

Valente fue el primero en entrar en acción. Le fue bastante bien a decir verdad. Se lució con sus suertes de poder en poder y también quitando los frenos mientras ponía banderillas. Y su segundo toro lo indulto. ¿Qué más podía pedir el alter ego de Luna?

Pero algo le sucedía. Él era como un libro abierto.

Lo conocía perfectamente y ya tenía práctica en descubrir a las personas que portaban una máscara. Y Valente portaba una desde el mes de Septiembre. Era tan bueno con esa máscara que casi nadie se daba cuenta cuando tenía la mirada pérdida, pero la cambiaba en un santiamén cuando me lo quedaba viendo, me sonreía y me guiñaba el ojo.

Valente Luna jamás tenía la mirada pérdida.

Y Dothy Villarroel jamás había estado alejado de él como ese día. Ambos estaban en el mismo callejón pero en lados opuestos. Él la ignoraba por completo y ella le echaba miradas.

Yo también la hubiera ignorado si de un día para otro Dothy nos presenta como novio a Julio Navarro.

Por otro lado Valery lucía un semblante decidió, con su cabello negro volando por los aires y su sombrero tapándole los ojos y esa sonrisa que a cualquiera conquista. Nos presumía sus famosísimas banderillas al violín y una con su suerte favorita de recibiendo.

Le fue bien en sus toros, a excepción de los pocos abucheos en el primero.

Y por último y el más importante de todos, Diego Castellanos.

En su primer toro le fue de maravilla, primero lo recibió a porta gayola y con su garrocha, con esa querencia natural muy propio de él. Con el primer rejón de castigo fue más que suficiente; aplico las banderillas al violín, rematando, algo caída pero buena. Recibió dos orejas.

Para el segundo toro estuvo un poco complicado ya que no seguía a Xo. Aplicaba la suerte de caras y para poner las banderillas quito las riendas lo cual hizo que mis nervios aumentaran y siguiera con mi mirada cada acción que realizaba. Le fue bien, sin ningún incidente; cuando cambio de caballo a Eufrates y para finalizar decidió aplicar unas cuantas suertes.

Pero Eufrates piso su propio pie trasero, eso hizo que ambos se fueran para atrás y quedando Diego atrapado por el cuerpo de Eufrates. Eufrates como pudo se levantó y hecho a correr, Diego hizo lo mismo pero solo dio dos pasos y calló de rodillas. Salí corriendo a él, pero Ben y unos subalternos ya lo estaban ayudando a levantar. Él solo reía y menaba la cabeza, no pasaron ni diez segundos cuando Diego se dirigía otra vez a Eufrates.

Maldita sea, Diego. Mis manos temblaban.

- Vamos mujer, quita ese rostro, pareciera que has visto a un fantasma – me dio una palmada en el hombro Ben -. ¿Quieres un bolillo? – se burló de mí.

- Gracioso – reí -. Odio que Diego se ría en estas situaciones.

- Tranquila Savannah, está bien. Ve, ya está montado en Eufrates otra vez.

Suspiré y terminé de ver su faena. Dio unas cuantas vueltas al final, cuando paso al frente de mí, me guiño un ojo, solo menee la cabeza y una mínima sonrisa se asomó en mis labios.