Noticia.

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La noticia de el despertar de Alune había llenado de felicidad a todos los pueblerinos, sin duda cuanta falta había echo la sonrisa tan perfecta de la que venía siendo su sacerdotisa. Otra cosa también es que había permanecido aún oculta la noticia de la gesta de Aphelios, solamente Diana, Jolie, el curandero y Alune estaban enterados de ello, pero se decidió no mencionar nada hasta que el momento más oportuno llegase.

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A lo largo de ese tiempo 3 lunas llenas se habían visto en el cielo, es decir; 3 meses habían pasado, la complexión delgada de Aphelios le permitía esconder bien su aún algo pequeña barriga en donde cargaba al fruto de su unión con el gran dragón de Obsidiana, esa noche en específico ambos observaban la Luna mientras permanecían sentados en un risco, Sett acariciando suavemente la espalda del chico y el último disfrutando de ese indirecto masaje.

—Diana y Alune dicen que ya pasaron los momentos críticos para el pequeño.— Murmuró Aphelios mientras tomaba la mano libre del dragón para poder estrechar la con la suya.

—¿Sí? Seguro se está sosteniendo con fuerza de ahí para no caerse.— Sett Murmuró a modo de broma antes de dar un pequeño beso en la cabellera obscura de su compañero.

—Si... Dicen que ya es buen momento para decírselos a los demás.— rió un poco el joven.

—¿Y te sientes listo para hacerlo?

—Tal vez sea un poco raro pero seguro les dará mucho gusto saber que tendremos un pequeño correteando de un lado a otro... Además el cambio físico pronto será evidente así que está bien si lo hacemos ahora.— Aphelios acarició suavemente su pequeño abdomen, apenas parecía que había subido un par de kilos aunque al usar ropa generalmente abrigadora entonces se disimulaba muy bien.

Sett levantó con cuidado las orejas al escuchar un pequeño gruñido, era su madre que lo estaba llamando.
—Quieren que volvamos, seguramente ya es la hora de cenar.— Murmuró el dragón mientras se levantaba para también ayudar a Phel a hacer lo mismo.

Ambos caminaron con cuidado hacia la zona central, es decir... A dónde siempre estaba ubicada la fogata.
Al llegar todos estaban reunidos ahí mientras preparaban una gran cena.
—¿Por qué hay tanta comida hoy?— preguntó Sett de forma disimulada a Phel.

—Cada tercer Luna llena le agradecemos por todo lo que ha echo por nosotros, por seguir con vida y juntos.— Aphelios trató de explicar.

—Que bueno que ya llegaron.— Jolie los recibió y les indicó tomar asiento.

—Venimos tan pronto como pudimos.— Sett sonrió al sentir el cálido recibimiento de su madre.

—Estamos por servir la comida así que está bien.— afirmó Alune quien invitó a su hermano a sentarse y así lo hizo.

Una vez todos tuvieron un platillo en la mano elevaron una oración por la comida y sin más el destino comenzó.
—La Luna está preciosa esta noche.— Murmuró Sett con una sonrisa mientras daba un pequeño mordisco a un pedazo de carne.

—Si, es hermosa.— Aphelios suspiró mientras sorbía suavemente de un pequeño caldo de ave que tenía entre sus manos aprovechando el calor del platillo Para calentar sus manos.

Diana le dedicó una sonrisa al escuchar aquello y probó algunas verduras cocidas. —Hace mucho tiempo la madre Luna nos permitió tener un doncel entre nosotros.— la matriarca comenzó a narrar. —Djeante mucho tiempo temía porque está tribu llegara a la extinción debido a que no había mujeres jóvenes, La Luna es sabía y creo que por eso nos dió la bendición de tener a uno de sus escogidos.—

El dragón de ObsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora