Aceptación.

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La mañana había llegado, Sett había optado por ayudar a los pueblerinos en su forma de dragón, principalmente apoyar a los adultos mayores a cargar leña, encender la hoguera que usaban para los alimentos e incluso volaba a montañas cercanas para traer algunos ingredientes que necesitaban.

—Aquí está todo lo que pidió, señora Nuit.— Para realizar la entrega de sus labores obtenía su forma humana para mayor comodidad para los humanos, algunos aunque sabían que era manso temían un poco de él, tal vez porque su reluciente piel de obsidiana pura, en conjunto a sus escamas le daba esa impresionante figura.

—Gracias por tu ayuda, tesoro.— habló la anciana mientras se acercaba a dejar una pequeña caricia en la mejilla del chico el cual al sentirla cerró sus ojos y apoyó suavemente su rostro contra la mano contraria en una nueva de demostrar que disfrutaba del tacto.
—Bien, es hora de trabajar... Esas posiones no van a hacerse solas.— y en medio de una pequeña risa siguió su camino.

Aphelios estaba sentado en el tronco de la higuera mientras preparaba la carne que comería la tribu ese día, admiró el intercambio de Sett y la alquimista del grupo, aún cuando los humanos lo habían tratado tan mal él seguía sabiéndose comportar... O tal vez porque se sentía a salvo en la tribu, aún debía ver cómo era su convivencia con otros pueblos.

Mientras pensaba en ello no dejó de admirar al dragón por un momento, y recordar lo que la noche anterior había ocurrido cuando prácticamente le había dado un beso hizo que su corazón diera un vuelco, su estómago se sentía raro y una torpe sonrisa se instaló en sus labios.

—Parece que estás muy ocupado mirando a Sett, hermano.— lo interrumpió Alune pues había notado a su hermano tan distraído hasta que ella enfocó lo que él.

—No, solo estaba pensando en que es bueno trabajando.— la corrigió Aphelios.

—No sabes mentir, Aphelios. Además, somos mellizos. Tenemos una conexión invisible que me dice que es lo que sientes.

—¿Y que es lo que siento, Hermana?

—Te gusta.

—¿Sett?

—¡Sí! Lo miras y sonríes, no haces eso con nadie más que conmigo entonces creo que es especial para tí... Además ayer te besó.— añadió esto mientras fruncía los labios para simular besar el aire.

—Está bien, ya entendí... Baja un poco la voz.— suplicó Aphelios tratando de pasar desapercibido el fuerte color rojizo de sus mejillas.

—Parece que estoy interrumpiendo algo.— Diana llegó a dónde los mellizos trabajaban.

—¿Qué tal, Diana? La comida está casi lista.— Murmuró Alune con una sonrisa.

La matriarca respondió a su sonrisa pero fijó la mirada al dragón el cual había comenzado a platicar con otro hombre e intercambiaban una que otra cosa, parecía que incluso bromeaban por las risas que salían de ambos.

—¿Usaron su magia para hablar con él cuando aún no sabían de su forma humana?—

—Sí,  Alune escuchó solo un poco de sus pensamientos pero no hicimos más.— respondió Aphelios.

La mujer se sentó en un tronco y los mellizos hicieron lo mismo pues significaba que algo iba a decir.
No pasaron más de un par de segundos para que Sett se dirigiera a dónde el trío para ver qué es lo que estaban haciendo.

—Ah, que bueno que vienes, Sett.— Murmuró con una sonrisa muy tenue.

—Los ancianos del pueblo y yo hablamos con respecto a su petición de convertir al Dragón en parte de la tribu.— comenzó la líder, captando aún más la atención de los 3 oyentes.

El dragón de ObsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora