Frutos.

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Jolie cocinó está vez para todos, por lo que había realizado un sabroso caldo de pescado, así mismo había Asado la carne de jabalí u con sus garras lo había trozado en pedazos pequeños para que los ancianos con problemas de dentadura no tuvieran ningún problema al déglutir.

—Esta comida es deliciosa.— Murmuró Diana mientras bebía lo que quedaba en su platillo del delicioso caldo.

—Mamá siempre cocina muy bien.— Sett estaba orgulloso de su madre quien sonrió al escuchar el halago.

—No es para tanto, me gusta cocinar para las personas que amo.— Murmuró la dragona

—¿Entonces nos amas a todos, Jolie ?— murmuró Alune communs sonrisa.

—Si, son mis amados humanos.— Murmuró ella con una sonrisa mientras continuaba comiendo su porción.

—No son humanos cualquiera, Má... Cuando Alune y Aphelios me encontraron pude sentir la esencia mágica de ambos, también me ayudaron a liberarme de las heridas de ese pueblo loco.— Aphelios sonrió al recordar el pasado, ahora se veía tan alejado pero estaba feliz de haber escuchado a su melliza sobre sentir una presencia mágica.

—Eso es porque la Luna nos da la bendición para ayudar a quienes nos necesiten.— Alune afirmó. —Ah, por cierto... Hermano, el señor Revé y yo queremos revisarte después de comer.

—Claro... ¿Puede venir Sett también?—  Aphelios tiró uno de los huesos del conejo que él había comido y Sett lo atrapó en el aire.

—Si puede... Es tu novio ¿No?— Alune parecía algo burlesca, su hermano solo se ruborizó pero aún así asintió a lo que estaba diciéndole.

Finalizando el momento de la comida habían Diana y Jolie levantarían lo que se había utilizado mientras el curandero, Alune, Phel y Sett se dirigieron al lugar donde el hombre se dedicaba a realizar sus labores, una mini choza echa de varitas y paja.

—Está bien, Aphelios... Recuestate y muéstranos tu estómago.— La melliza ordenó mientras ayudaba a su hermano para que se recostara, Sett colocó una almohada de plumas para que se apoyara ahí.

Alune se sentó y comenzó a imitar las acciones que hacía al meditar, es decir, colocarse en posición de lotto y enlazarse al plano espiritual desde ahí para aumentar su visión más allá de la terrenal.

El hombre puso un caliente ungüento en sus manos y con cuidado acarició la barriguita del chico, de vez en cuando se detenía a tratar de sentir mejor con las llemas de sus dedos alguno que otro bultito, Aphelios estaba nervioso mientras que Sett en busca de ayudarlo tomó su mano.

—Ahí está, señor Revé.— Murmuró Alune, cabe mencionar que ella no había abierto los ojos, seguía en esa posición de meditación.

Al escucharla el hombre detuvo su mano en una parte del abdomen. —Sí, está un poco inquieto...— al ver la cara de interrogación tanto de Aphelios como de Sett sonrió. —Tú aún no puedes sentirlo, Aphelios, para hacerlo tienes que esperar una luna llena más, después de eso no pararás de sentirlo hasta que sea la hora de conocerlo.— el anciano bromeó.

Alune siguió observando de forma espiritual, ella lo describiría como ver por medio de unos rayos x el cuerpo de su hermano, dió un vistazo a todo su cuerpo, estaba perfectamente.

—Oh, está un poco de lado, seguro será muy travieso.— el hombre masajeó suavemente una parte del abdomen para 'acomodar' a la pequeña criatura, tanto Sett como Aphelios podrían jurar que terminado eso su vientre se había abultado un poco más.

—Señor Revé ¿Ya tocó del lado izquierdo?— Alune preguntó, pero está vez su pacifico rostro concentrado mostró una sonrisa.

—Dejame ver...— el hombre volvió a analizar la zona a base de palpación rápida hasta que su mano se detuvo en otra zona. —Oh, vaya. Que sorpresa.—

El dragón de ObsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora