Los Influencers

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Un día tranquilo dentro de un café y tres personajes lo disfrutan mientras platican sobre uno de los tantos sucesos que ocurrieron en la escuela, en la televisión una entrevista de Katia Evans para Sirius Thulle sobre el asesinato del metropolitano de Nación Humana, ellos solo se concentran en su conversación, la comida es lo de menos. Alla afuera parecía ser un día cualquiera hasta que una explosión sorprende al trio que se queda pecho tierra evitando los escombros que se convertían en improvisada metralla por la onda de choca, ya de ahí todo se torna en blanco.

En un cuarto oscuro iluminado solamente por una lampara, ese mismo trio que vivió de cerca la explosión los tenía sentados frente a una mesa que no tenía más que una taza de café y una grabadora de casetes, en una de las paredes un enorme espejo sospechoso donde se miraban pensando "¿en que nos metimos?" mientras en otra pared una puerta blindada al parecer se abría frente a sus ojos, ellos no esperaban algo así hasta que de aquella puerta salió nada más y nada menos que Yurek Norton, tomo una de las sillas y se sentó frente a ellos, la tensión y el silencio eran abrumadores hasta que el tomo palabra.

- ¿No creen que andar de pinta es algo malo? – les pregunto Yurek a los chicos.
- Nosotros no hicimos nada de malo. – respondió uno de ellos.
- Habían suspendido clases debido a un incidente extraño, creo que era por el rastro de sangre troll que vimos en los pasillos. – hablo otro de los chicos.
- ¿Sangre de troll? ¿Era morada?
- Si... ¿pero cómo lo supo? – pregunto el tercero.
- No es que les importe o que les guste saber, pero soy psíquico, leí sus mentes así que sé por dónde vamos.
- Bueno señor. – volvía a hablar el primero de ellos. – Solo vimos ese rastro de sangre, no tuvimos nada que ver, de allí autorizaron suspensión de clases y luego fuimos a ese café donde ocurrió la explosión.

Yurek solo se queda mirando y luego cierra los ojos en modo pensativo, unos segundos después se dirigió a uno de ellos.

- Ya veo, ya veo, por lo que parece siguen confundidos por lo ocurrido ¿no es así señor Silas P. Beauregard III?
- ¿Cómo sabe mi nombre?
- Yo soy psíquico, puedo aprender lo que sea de quien sea con solo echarle un vistazo a sus cabezas. – miro a los otros dos chicos. – Por ejemplo, tus amigos aquí presentes se llaman Avril Thorpe y Imode Kurita.
- Eh sí señor, sabe eso asusta.
- ¿Cuál de ustedes será el que fue criado por un troll?

Los chicos se sorprendieron y asustaron al mismo tiempo, pero Yurek les explico el asunto, él no quería hablar de sus vidas, si no de lo que paso en esa explosión en el café.

- Sus mentes están algo agitadas como para que pueda deducir lo que paso exactamente con posterioridad a la explosión, así que quiero que ustedes me platiquen.
- Pues. – dijo Avril. – Todo sucedió tan de repente que no pudimos darnos cuenta que tanto había ocurrido.
- Tampoco yo señor. – decía Imode.
- ¿Qué hay de ti Silas?
- Pues...

En ese momento Silas conto lo que intentaba recordar de lo ocurrido hasta donde sabia, la explosión había sucedido, vidrios rotos y pedazos de madera y metal volaron por los aires, algunos muertos y uno que otro vehículo en llamas, una escena de un apocalipsis, los tres estaban completamente asustados mientras se escondían debajo de la mesa.

- ¡¿Qué carajos fue eso?! – preguntaba Avril algo agitada.
- No lo sé, al menos estamos bien. – respondía un sorprendido Silas.
- Yo solo sé que... ¡debemos irnos de aquí!

El trio se levantó de la mesa y salieron por lo que quedaba de puerta hasta la calle donde empezaron a contemplar un escenario de destrucción pura, gente corriendo por sus vidas, muertos en el suelo, autos dañados y las sombras de naves de guerra pasando por sus cabezas, así como edificios en llamas, la agitación era total y no tuvieron más opción que avanzar por la calle a través de los escombros viendo la senda de destrucción que las naves de guerra de la presidenta Jane Crocker había ocasionado por la frustración originada por su secuestro frustrado por La Rebelión, la gente seguía corriendo mientras la flota surcaba el cielo amenazadoramente sobre los inocentes, los tres deciden cambiar de calle y se adentran en los callejones y estrechos pasillos entre los edificios, al llegar a una glorieta se encuentran más cadáveres en el suelo, Silas se agacho y vio que uno de ellos había muerto por herida de bala, Avril sabía lo que había pasado.

Historias de la Tierra C: Los Capítulos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora