El Reclutamiento

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Han pasado años desde que había dejado los bosques donde vivía en soledad para regresar a ver un caos producto del derramamiento de sangre entre Jane Crocker y Karkat Vantas, su deber era liderar a la Orden del Martillo de donde había logrado milagrosas e imposibles victorias contra la "gorda malvada", pero sentía que algo más faltaba y era algo que le quiso platicar a su lugarteniente Gwen Asharis Kozlova, solo ella entendía a la perfección lo que sentía su gran maestro.

- Gideon. – le hablaba Gwen. – Has estado mirando esa fotografía por largo rato ¿te sucede algo?
- ¿Cuánto tiempo paso desde mi exilio?
- Te la pasaste desaparecido por años ¿a que viene tu pregunta?
- ¿No te parece que a pesar de todo lo que haces sientes, que la edad te pesa?
- Pues sí, estamos madurando Thulle y eso es inevitable.
- Cuando veo el cuadro de cuando conocí a mi hija Arceli pensé que ya me estoy haciendo viejo, todos lo seremos.
- Seré vieja, pero seguiré igual de hermosa.
- Esa vanidad tuya mujer.
- ¿Y cual es el punto de esta pregunta?
- Estaba pensando en...

En ese momento una de sus amigas llamada Kymery Yavrov apareció diciendo que Sirius Thulle requería la presencia de Gideon inmediatamente, el suspiro casi crujiendo los dientes y le pidió a Gwen que se encargara del monasterio mientras el acudía con "Su Santidad", si de por si la relación entre ellos era tensa la llamada solo era otro motivo para disgustarse.

Al llegar al Palacio Pontificio los dos sangres naranjas caminaban al despacho de Sirius donde el máximo líder de la Iglesia del Sufridor tenia una especie de idea para Gideon.

- Mi pequeño Gideon, últimamente has estado meditativo ¿no es así? – pregunto Sirius.
- ¿Cómo sabes eso?
- Te conozco viejo amigo.
- ¿Algo mas que conozcas de mí?
- Una vez Rukbat te mordió en el cuello antes del apareamiento...
- Suficiente, tampoco es para tanto.
- Una disculpa.
- ¿A que me llamaste?
- ¿Podría saber a que se debe todo ese pensamiento tuyo? Tengo curiosidad.
- Es que, mírame, míranos, estamos envejeciendo.
- Y eso que somos dioses, por decirlo así.
- Seremos inmortales, mas no eternamente jóvenes, me he puesto a pensar ¿Qué pasara con nosotros cuando no podamos pelear más?
- Buena pregunta joven paladín.
- Quizás habría...
- ¿Sí?
- Que... entrenar a... nuevos... guerreros.
- ¿Te refieres a preparar a una nueva de héroes?
- Podría decirse.

Mientras avanzaban por el vestíbulo marmolado del palacio aparecieron Roxy Lalonde con su hijo Harry Anderson Egbert, lady Lalonde saludo con respeto a Sirius mientras que a Gideon le guiño seductoramente el ojo en tanto el desviaba la mirada hasta que el muchacho le saludo con mucho respeto, algo de lo que le había enseñado su ausente padre.

- Saludos santidad. – decía Roxy a Sirius.
- Buenas señorita Lalonde.
- ¿Llegamos tarde?
- Oh no, ya le pedí a Evangelynn que nos llevara el te y las galletas a mi despacho, en un momento los acompañare.
- De acuerdo, iré allá a esperarlo, Harry ira a ver a sus amigos.
- Que no moleste a Mixuiz ni a Ezra en el camino, no andan de humor por el día frio de hoy.
- Esta bien, lo veo luego... Gideon.

Gideon solo se limito a cerrar los ojos antes de volver a ver a Harry como se iba al salón de la guardia pontificia, para Sirius eso era algo inevitable pero ya estaba acostumbrado, ambos Thulle se despidieron y luego Gideon regreso a casa donde su hija lo esperaba con la cena que ella misma había preparado.

El observo la carne de búfalo bañada en salsa inglesa sin siquiera probar bocado, Arceli miro a su padre y lo veía muy pensativo.

- Papá ¿te ocurre algo?
- No nada. – respondió Gideon.
- No has probado la cena ¿no te gusta?
- No es eso, solo que he pensado en algo.
- ¿En qué?
- Respóndeme con sinceridad.
- De acuerdo.
- ¿Me estoy haciendo viejo?

Historias de la Tierra C: Los Capítulos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora