Capítulo 1

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– Cuando tenía cinco años, era una pequeña diva. – Stevie Nicks


Bajo del camión vacío, totalmente pegajosa por el sudor

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Bajo del camión vacío, totalmente pegajosa por el sudor. El sexy marín no se equivocaba cuando mencionó que esto es un infierno. El calor no impide que mis ojos curiosos se dirijan al inmenso muro de ladrillo de enfrente y observo las letras desgastadas.

"ACADEMIA MILITAR- WESTFALLS"

¿Y si doy la vuelta y salgo corriendo? Vi en un documental de la iglesia que existen lugares donde acogen a niñas sin madre. Tengo madre, pero soy una niña y necesito acogida.

Doy la vuelta y camino dos pasos lejos del desconocido infierno, lista para aceptar mi nuevo destino hasta que un gruñido me detiene.

— Deténgase. –gritan a mis espaldas, me congelo en mi sitio y volteo con lentitud. –¿Irina Domazkov? –pregunta con voz firme, el tono en sus palabras me hace temblar y asiento. –¡Le hice una pregunta soldado! –grita.

— ¡Sí! –grito de vuelta. Un impulso por supuesto, pero al parecer él y yo no pensamos de la misma manera.

— Soy el Sargento Cortés y estoy a cargo de darle el tour de bienvenida. –finge una voz de comercial y me arrebata una de las maletas de un solo tirón. Me dedico a perseguirlo como un perro faldero y lo repaso de pies a cabeza una y otra vez. El prototipo de militar perfecto, con el cabello corto a los lados, la piel tostada gracias al sol y los músculos a punto de reventarle el uniforme. –Sea bienvenida a la prestigiosa Academia militar WestFalls, de estas paredes salen estudiantes y soldados honorables, espero que no sea una busca pleitos. –me observa de pies a cabeza. –A partir de ahora queda bajo la custodia y la protección de la Academia. –cierran las puertas a mis espaldas, me encojo en mi sitio y contengo mis ganas de aventarme al suelo y llorar por mi mera existencia.

–Ese es el bloque principal. –señala un edificio color verde vómito. –Se manejan asuntos oficiales y son las oficinas de los superiores, los edificios laterales son las oficinas de sargentos y cabos. –señala dos pequeños edificios más feos que el primero.

Caminamos por el suelo empedrado y aparto los mechones de cabello que caen sobre mi frente cubierta de sudor. –Esa es la cafetería y el centro médico. –observo el recinto y sonrío, al menos hay enfermería, soy muy buena mintiendo y me veo ahí reposando por un pequeño engaño creado para mi beneficio.

–Ese es el campo de formación.

Abro la boca en una perfecta y redonda O, cuando veo el espacio verde, inmenso e impoluto. Todo en este lugar parece salido de una película de Gia Joe con espacio para crear una ciudad entera.

—Las habitaciones de los hombres pertenecen al área norte, tiene prohibido estar en esa área después de las siete p.m. –advierte.

Mi madre me prohibía la salida hasta después de las cinco. ¿Qué es peor?

Fresas Y DagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora