Capítulo 21

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De todas las maldiciones en la tierra, tu eres mi favorita. 

Ajusto el intercomunicador y golpeo mis dedos contra la mesa

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Ajusto el intercomunicador y golpeo mis dedos contra la mesa.

Observo el cuerpo de ese imbécil caer al suelo y movilizo a los agentes veinticinco metros a la redonda lejos de ellos. Trato de no observar su rostro, trato de que no me afecten sus manos temblorosas sujetando la reja y dejándose caer al otro lado.

¿Por qué me lastima tanto? Es mi jodido trabajo.

Que trabajo más de mierda.

Quiero dejar el intercomunicador y salir corriendo hacia ella, pero no puedo.

— Te lo dije. –susurra Douglas. –Sé como te sientes Evian y negarlo solo lo va a empeorar.

— No puedo Ashton.

— ¿No puedes o no quieres? Estás siendo un cobarde. Si vas a joderlo todo, jódelo bien. No seas mediocre, ella te gusta y sé que tu igual a ella.

— No está bien.

— No, no y no. ¿Por qué le buscas un pretexto a todo? Que se jodan las reglas moralistas y el poder o no poder. Esta operación está en riesgo, pero si quieres cagarla por ella, haz que valga la pena.

Su mano golpea mi hombro en cortas palmadas y me enderezo, ajustando la metralleta a mi pecho. Abandono la carpa sin detenerme a pensar en lo que puede pasar después y avanzo hacia el muro.

Aguanta Irina.

— ¿Qué sucede? –aparece la pelirroja. Sus ojos me observan con confusión y cuando ve el arma se tensa. –¿Dónde está Irina?

— No tengo tiempo para esto Lombardi. –sigo con mi camino, apresurado. Celine no escucha y se acerca a mi trotando.

— ¿Ella está bien? Demonios capitán me estoy poniendo nerviosa.

— Mantente lejos, no quiero heridos. –sus cejas se fruncen y sin embargo sigue trotando. –No tienes que arriesgar tu vida por...

— Ella vale la pena.

— Lo sé.

Me regala una mirada de complicidad pero no dice nada.

— Me alegra que te tenga. –rompe el silencio.

— ¿Por qué?

— Porque desde que está envuelta en ese absurdo juego contigo, veo que tiene un propósito.

— ¿Un propósito?

— Irina llegó siendo cenizas, pero cuando habla de ti ella es fuego puro. –sonríe de lado. –No la lastime capitán, ella no merece que algo malo le pase.

No puedo responder porque cuando llegamos ya es demasiado tarde. Cae al suelo rendida y Lombardi emprende carrera hacia su cuerpo. Después de años le rezo al maldito Dios en el que Irina cree, sigo a Celine algo conmocionado por la escena y me agacho al lado de su cuerpo.

Fresas Y DagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora