Capítulo 22.

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Sana se sentó a un lado de Dahyun y n la cena, ambas platicaban sobre algunas cosas que pasaron desde la última vez que se vieron, la cual fue en el funeral de la madre de Tzuyu; que por cierto había fallecido dos meses después de su alfa

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Sana se sentó a un lado de Dahyun y n la cena, ambas platicaban sobre algunas cosas que pasaron desde la última vez que se vieron, la cual fue en el funeral de la madre de Tzuyu; que por cierto había fallecido dos meses después de su alfa.

— Dahyunnie, ¿Cuántos meses tienes? —preguntó refiriéndose al embarazo.

— Tengo dos meses —sonríe la peligris mientras posa una mano en su vientre.

— ¡Vaya! —exclama feliz la rubia.

— ¿Tú y Tzuyu no han planeado tener cachorros? —aquella pregunta hizo que Sana se sonrojara.

Con Tzuyu jamás habían hablado de cachorros, ambas sabían que debía pasar en algún momento, pues al ser reinas de una región, debían dar herederos.

— N-No hemos hablado de esos temas —contesto Sana mordiendo su labio inferior.

Dahyun solo rió levemente al notar el nerviosismo de su prima, pero decidió dejar de molestarla. La peligris le contó a Sana que su esposo había tenido que quedarse en Daejeon y que por eso solo ella estaba ahí, y aunque el alfa no quería que fuese sola a Seúl, debía estar presente en el funeral de su tío.

La puerta del comedor fue abierta, un alfa que no conocía Tzuyu entro, vió que Jeongyeon y Sana permanecían calmadas, como si ya conocieran a esa persona. Por otro lado, la chica de cabellos grises se levantó de su lugar y se acercó a la persona.

— ¡Dahyun! —exclamo el extraño.

La chica no respondió, solo abrazo a aquella persona, Sana y Jeongyeon también se levantaron de sus lugares, por lo que Tzuyu las imitó. Pero la azabache se sorprendió al notar como el par de hermanas se acercaban corriendo a la persona también y Tzuyu frunció el ceño al ver que su omega abrazaba al extraño alfa.

— ¡Sana, Jeongyeon! —exclamo.

— ¡Tío SeungMin! —responden ambas hermanas.

Tzuyu relaja su entrecejo al escuchar aquello, el extraño era familiar de ellas, y al parecer el alfa era padre de Dahyun. La puerta del comedor no fue cerrada y entraron otras dos personas, uno parecía ser un alfa y la otra aún una cachorra que no se ha presentado.

— ¡Hyunjin! ¡Yeji! —la peligris se acerca a ambos menores y los abraza.

— ¡Dahyun unnie! ¡Tu cabello es gris! —Yeji, la cachorra exclamó.

— ¿Estás embarazada, hermana? —cuestiona sorprendido Hyunjin, el alfa.

— Y-Yo... —la peligris asintió con un sonrojo.

Tzuyu se sintió un poco ignorada en aquel encuentro familiar, hasta que noto las señas de su omega diciéndole que se acercará. La azabache se acerco y los tres que no le conocían le miraron con atención.

— Les presento a mi alfa, Chou Tzuyu —sonrió Sana— Tzuyu, ellos son mis primos, y él es mi tío de, rey de Incheon.

— ¡Claro! Se me olvidó que ya estabas casada, siento no poder haber ido a tu boda, no tuve tiempo —sonríe el rey de Incheon.

— ¡Mi prima Sana ya tiene alfa, mi hermana también! ¡Solo faltas tú, Jeongyeon Noona! —Hyunjin se burló.

— Yo nunca tendré omega —reclamo la castaña— Son inservibles —gruño.

— Sabes que no puedes permanecer sin omega, te quitarán el trono por no dar herederos —le recordó su tío.

— Ya te puedo ver con una omega e hijos —comento Sana a lo que Jeongyeon frunció el ceño.

— Si tengo omega, ni pensaría en tener cachorros, solo son mocosos que lloran y comen —reclamo.

Todos los presentes rodaron los ojos al notar la actitud de Jeongyeon. Yeji, que solo tenía diez años, no entendía muy bien den lo que hablaban sus familiares, por lo que solo frunció el ceño.

[👑]

La coronación de Jeongyeon estaba apunto de comenzar. Tzuyu y Sana ya llevaban cinco días en Seúl, el día anterior había sido el funeral del padre de ambas hermanas y en esos momentos sería la coronación de la menor.

Todos estaban en sus lugares, esperando a que Jeongyeon pasará para poder ser coronada como reina de Seúl. La música empezó a sonar y la joven castaña comenzó a dirigirse hacia el frente, dónde estaban los tronos.

Después de unos minutos, la corona fue finalmente puesta en la cabeza de Jeongyeon. Todas las princesas se inclinaron en modo de reverencia y los reyes solo la cabeza. Pero un pensamiento cruzo por la mente de Sana, y es que su hermana apenas tenía los dieciocho años, era demasiado joven para gobernar a un pueblo entero.

Unos minutos después, todos se dirigieron al jardín del castillo, donde la celebración se llevaría acabo pero Sana seguía sumida en sus pensamientos.

— ¿Sucede algo, Sana? —cuestiona Tzuyu.

— Es que... siento que Jeongyeon aún es muy joven para gobernar todo Seúl —declaro la omega.

— Solo soy dos años menor que tú, hermanita —Jeongyeon llegó a un lado de Sana.

— Sigues siendo muy menor —la rubia frunce el ceño al ver cómo la castaña le rodea los hombros.

— Tú ya eres reina, ¿Por qué yo no podría? —Jeongyeon hace un falso puchero.

— Porque tú no tienes alguien con quien gobernar —reclamo la omega.

— Ya te lo dije muchas veces, Sana. No quiero una omega, nunca tendré omega —la castaña estaba apunto de gritar.

— Todos aquí sabemos que para permanecer como rey necesitas a un omega o te pueden quitar el trono —Tzuyu comento.

— Yo no necesito a nadie —gruño Jeongyeon para después alejarse.

Pero Sana aún seguía preocupada, sentía que su hermana no tenía la mejor capacidad para ser una reina, y tenía razón.

Algo que nadie en aquella fiesta sabía, es que aquel día, la corona paso a una de las reinas que en un futuro se convertiría en un mal rey. Porque aquel día empezaba el gobernado de maldad e injusticia hacia Seúl, nadie sabía que Jeongyeon dejaría en pobreza extrema a todo su pueblo y todo por su egoísta y arrogante actitud.

Y aquella actitud que tenía la nueva reina, provocaría algo que en un futuro traería grandes problemas, problemas que nadie de allí podría imaginar. Un problema que acabaría con muchas cosas y personas.

Nadie de ahí estaba listo para lo que el futuro les tenía preparado para todos, porque era algo inevitable.

Nadie de ahí estaba listo para lo que el futuro les tenía preparado para todos, porque era algo inevitable

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