Los ojos de neptuno.© (1) [✔️] EN EDICION.

~Capitulo 4~

(FLASHBACK)

Verónica:

—Los declaro marido y mujer... —Mis manos temblaban, los nervios me dominaban a medida que la ceremonia avanzaba. —Puede besar a la novia.

Lincoln acercó sus manos hacia mi velo, levantándolo y dejando ver mi rostro junto con mis ojos llorosos por el cúmulo de emociones que sentía en este momento.

—¿Estás bien, cariño? —Susurró, rozando sus labios a los míos, pero sin besarme.

Asentí sin decir una sola palabra y recibí sus labios, escuchando de fondo a las personas vitorear buenos deseos. Este es el día más feliz para todas las mujeres, ¿no? Y lo estaba, claro que lo estaba, pero no se sentía como lo imaginé de pequeña, cuando todo se veía tan fácil.

Sonreí forzadamente, esperando el momento en el que pudiera salir del lugar, mis padres, aunque ya no estaban casados, se encontraban juntos en primera fila aplaudiendo con ojos llorosos a su pequeña que había dado un paso importante en su vida.

¿Por qué no se siente bien?

Lincoln me levantó como princesa, siendo recibido por los aclamos célebres de sus amigos y compañeros de trabajo que eran muy cercanos a él.

—¡Que vivan los novios! —Gritaban nuestros conocidos, lanzando pétalos de rosas mientras salíamos de la capilla.

Una vez cerca de nuestro auto, que tenía latas enganchadas en la parte trasera junto con un enorme cartel de "Recién casados", me dejó con cuidado en los asientos traseros.

—Verónica, cariño... no has dicho nada más que dos palabras ¿está todo bien? —Me abrazó como pudo debido a que el enorme vestido ocupaba todo el espacio disponible.

Suspiré alejando los pensamientos y dudas que tenía en este momento, y lo miré con una sonrisa algo fingida en el rostro.

—Estoy perfectamente bien. —Entrelacé sus dedos con los míos, mirándolo a los ojos —Solo estoy tan emocionada que no sé cómo expresarlo...

—Estoy que muero de la emoción, al fin tengo una familia. —Posó su mano en mi vientre algo abultado por el embarazo—Daré todo por ustedes, seré el mejor en el trabajo para que no les falte nada a ninguno de los dos.

Por primera vez saqué una sonrisa genuina de mis labios, mientras el auto se detenía frente a nuestra casa que recién habíamos adquirido con su ayuda y cuidado bajaba de este, nuestra luna de miel nos esperaba a muchos kilómetros de aquí, así que debíamos apurarnos y buscar nuestras maletas.

Al fin empezaba a sentir emoción, la presión iba disminuyendo y verme al espejo con el vestido de bodas de mis sueños me hacía sonreír aún más.

—Vale cariño, las cosas ya están empacadas, iré un momento a la oficina y vuelvo antes de irnos, ¿está bien?

—Lincoln, es nuestra boda... El trabajo podría esperar un poco, ¿no?