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•Karen•

—¿Cómo que te descubrió? —pregunta Jeff en susurro.

—si... estaba apuntó de salir del lugar y ahí me encontró, así que no me quedo de otra que negarle quien era. ¡Pero vamos a quien engaño! ¡el sabe muy bien quien soy! —respondí tapando mi dolor solo con una máscara de fortaleza.

—¿Qué pasó entonces?

—fue una discusión fuerte es todo.

—no te creo. Karen te conozco, ¿Qué pasó?

Deje salir un gran suspiro—dijo que me odiaba... que me odiaba con toda su alma y que yo era una egoísta, cínica y mentirosa—dije ahogando el llanto que quería salir de nuevo.

Jeff abrió los ojos de par en par, luego se acercó a mi y me envolvió en un abrazo.

—se cuanto lo amas Karencita. Pero sabias bien que esto pasaría.

—si... pero no entiendo, no entiendo porque me duele tanto. El ya inicio su nueva vida, ya está con esa otra chica, no logró entender porque pasa esto. No dejó de pensar en ello—me desesperaba sentir ese vacío en el pecho.

—a ver, ven—Jeff me llevó fuera de la habitación y se sentó en la Sala conmigo—Bonita mira... eso pasa porque aún lo amas, te duele que te odie porque aún lo quieres, así funciona el amor, de manera cruel.

—no lose... nose nada, jamás en mi vida creí que algo así pasaría—dije con mi voz quebrada.

Jeff se limitó a abrazarme aún más fuerte, permitiéndome llorar en su pecho.

<¡Te amaba más cuando estabas muerta! >

Esas palabras resonaban una y otra vez en mi cabeza, ¿Por qué no lo entendía? Sabia que algo así pasaría pero por eso mismo fue que técnicamente me alejé, para dejarlos a todos libres, en especial a Sian, el merecía estar libre y si yo le decía sobre este plan de seguro que no lo hubiese permitido.

Me quedé en silencio hasta que logre dejar de llorar, no podía decaerme por eso, no ahora.

—algún día tendrás tu familia mi pequeña, vas a enamorarte y serás feliz, como lo somos ahora—me dijo papá mientras acariciaba mi cabeza u sonreía.

¡no! ¡Papi yo no quiero enamorarme! —exclame cruzando mis brazos al frente y haciendo un puchero.

eso no lo decides tu mi princesa, lo decide tu corazón—poso su mano en mi pecho y beso mi frente.

entonces lo guardaré para siempre, así nunca, nunca me voy a enamorar... porque vi en la tele que las personas sufren con eso... y yo no quiero sufrir papi—dije volteando mi rostro convencida.

claro, a nadie le gusta sufrir pequeña—el volvió a sonreír.

Recordaba muy bien la sonrisa de papá, demasiado igual a la de Mathew, como deseaba tener en ese momento a mi padre.

Esa conversación que tuve con el de niña me la había tomado en serio prácticamente toda mi vida, nunca había aceptado ninguna relación, no quería terminar mal así como muchas veces Mathew término. Por ende decidí que me cerraría a esos sentimientos para siempre, pero nunca conté con que Sian apareciera así como así y me hiciera cambiar tan drásticamente, pues si lo recordaba como un amigo más, nunca imaginé que lo amaría tanto.

Jeff me dejó una vez estuve mejor, se fue a continuar los trámites para encontrar el resto de pruebas y terminar con el proceso que teníamos desde que fingi morir. Yo me quedé allí pensando y clavándome en el pensamiento que Sian me odiaba, tenía que recordarlo para ser fuerte y no caer por el.

<<me odia, me detesta... el lo dijo, me quiere muerta>>

Me repetí una y otra vez hasta que me quedo claro, me levante del sofá y lave mi rostro, ya no era necesario que me ocultara, pues Sian ya lo sabía y no tenía caso que siguiera con una mentira más. Que egoísta de mi parte, que cruel soy y vaya que soy toda una cínica.

Mire mi muñeca, tenía sus dedos marcados en un moretón, eso me recordaría el enojo que tiene hacia mi, lo iba a cubrir pero... ¿tenia caso hacerlo? No realmente, a nadie le importaba, nadie lo notaría porque después de todo ni siquiera existo ¿verdad?

Salí del baño y me dirigí hacia la oficina de Jeff. Entre sin hacer ruido y lo vi allí concentrado en su ordenador.

—¿ya estas mejor?... ¿No quieres descansar? —me pregunto sin quitar la vista de la pantalla.

—no te preocupes, nadie se muere por estas cosas—respondí forzando una sonrisa sin gracia.

Jeff me miro y suspiro. El me conocía muy bien sabía a que me refería, se acercó y me abrazo de nuevo.

—estaré aquí, cada que me necesites ¿esta bien? —me dijo y yo asentí—ahora ven, tenemos que terminar esto.

Me tomó de la muñeca y noto la mueca de dolor que hice, paso su mirada hacia la marca y de inmediato me miro algo molesto.

—¿fue... el? —pregunto.

—déjalo, ya no importa—respondí y Jeff frunció el ceño.

—no puedes ser masoquista Karen, ni con el... ni con nadie.

—no importa. Tenemos trabajo por hacer.

El negó en desaprobación y yo solo lo ignore, me senté en la silla frente a la computadora y los trámites empezaron. El problema era que nosotros no podíamos seguir con la parte de encerrarlos, pues ni siquiera teníamos ese permiso, así que tendría que entregar todo lo recolectado a Sian o a algún agente con la autorización.

Pero como sabía que ningún otro agente se quedaría con la duda, procederíamos a darle todo a Sian.

—puedo enviarlos de manera anónima si quieres-me dijo Jeff.

—no es necesario, puedo hacerlo yo-dije segura mientras jugaba con el bolígrafo.

El me miro un tanto preocupado, pero yo estaba segura de lo que hacia, si algo había quedado en claro era que me detestaba y que para el era la peor persona. Entonces con eso, me podía fortalecer poco a poco y así me doliera por meses podría seguir adelante.

—en ese caso... tendrás que verlo constantemente ¿lo sabes verdad? -me recordó.

—lose, y se que me dolerá, pero podré soportarlo... después de todo me odia—dije y el volvió a demostrar su desacuerdo.

•SOLO TÚ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora