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•Karen•

No podía conciliar el sueño, no luego de lo que había pasado, me sentía aun peor. Se supone que tenía que alejarme, alejarlo. Pero no, en vez de eso, lo que paso fue que termine aquí en su departamento casi en plena mañana.

Todo estaba en silencio, sentía las lágrimas que salían de mis ojos. No hice ruido, no musite ni emití sollozo alguno, ya estaba claro que todo había sido mi culpa, o al menos eso era lo que me habían hecho entender. En ese momento estaba totalmente molesta conmigo misma, estaba muy enfadada por mi falta de fuerza mental y autocontrol, me había dejado ver vulnerable ante él, ahora sabía que yo aún sería capaz de darlo todo por él y...por esa persona que durante tres años me ha mantenido con fuerzas luego de haber dejado todo solo por proteger a lo que amo.

Mire el reloj, casi eran las 5:00am, no me había movido en ningún momento desde que todo quedo en silencio. Sentía su cuerpo a mi lado, su respiración en mi cabeza, su brazo rodeando mi cuerpo y su calor, a pesar de eso, me sentía vacía y fría.

Respire profundo cerrando los ojos por un momento, una mala decisión porque sin darme cuenta ya me había quedado profundamente dormida. Tampoco tarde mucho en despertar con los primeros rayos de sol en la mañana, aun sentía su agarre, forcé un poco hasta poder soltarme de él, tome una de las almohadas y con esta reemplace mi anatomía.

Tome mi ropa y todo lo que fuera mío, me asegure de no dejar nada, pues tenía que evitar el volver a verlo, ya no podría seguir en paz si volvía a estar vulnerable frente a él, entre al baño y me observe en el espejo, no me sorprendió ver mi cara apagada y mi piel un tanto pálida, sin embargo, si me tomo de sorpresa los hematomas que se presentaban en mis caderas, piernas y brazos, además de una que otra marca en mi abdomen y cuello. Sabía que había sido algo salvaje, pues tenía la certeza de que se había desquitado de esta forma, una forma placentera, pero algo inusual, no recordaba ser tan delicada o tan pálida. Ya no me sentía yo, me sentía algo vacía, neutra, la única chispa que podía despertar dentro de mí ya la tenía alguien más que sabría usar ese entusiasmo y esa alegría mejor que yo. Rápidamente entre en la ducha y abrí la regadera, el agua pasaba por mi cuerpo y aproveché para llorar con más libertad dejando que mis lágrimas se mezclaran con el agua.

Una vez salí de la regadera me vestí rápidamente y me dirigí a la cocina, al parecer aún era muy temprano como para que el despertara, aproveche para hacer lo que solía hacer siempre: café, no podía hacer más que eso. Una vez listo dejé la taza humeante y volví a la habitación, aun dormía sin darse cuenta de que ahora no estaba yo, me senté un momento a su lado.

—Lo siento mucho, de verdad lo siento...es mejor no volvernos a ver. Espero que entiendas que ahora debes hacer tu propia vida lejos de mi presencia, solo te he traído dolor, confusión. Solo se libre y deja atrás todo tu pasado...no dejare de quererte nunca, pero es hora de que reinicies tu vida como lo mereces—susurre y deje un último beso en sus labios.

Me levanté de la cama y sin mirar en ningún momento para atrás salí de allí regresando a la que ahora era mi casa.

Camine con paso rápido, no quería llegar tan tarde. En cuanto llegue no tarde en abrir la puerta y entrar, cuando pase a la cocina me encontré con Jeff, tenía la certeza de que él sabía que había salido.

—¿no podías dormir? — me pregunto con aire de paciencia, yo solo me limite a asentir con la cabeza y servir agua en un vaso.

Él se acercó a mí y me beso la frente, me dio un abrazo y salió de la cocina para su oficina. Yo lo seguí con la mirada, era un buen amigo. Esperé a que entrara y cerrara la puerta para entonces volver a hundirme en la tristeza que recaía sobre mí al saber que todo había salido mal, fue entonces que sentí un dolor en mi pecho, uno que jamás había experimentado. Supuse que era el dolor sentimental que es provocado cuando sabes que la persona que amas te odia, que esa persona no entenderá tus razones, que simplemente tienes la opción de olvidar y seguir adelante por más que duela...era cierto, fui cruel, una mentirosa. Pero no fue porque yo quisiera, fue por obligación, no quería que muriera, no quería que nadie se expusiera en especial, era yo o mi familia y si es egoísta el querer ponerme de último recurso ante mis cercanos entonces prefiero ser la persona más egoísta del mundo.

Cerré los ojos con fuerza y solté un quejido sin poder aguantar entrar de nuevo en ese vacío de culpa y dolor, el vaso se resbalo de mi mano y cayó en el suelo al mismo tiempo que yo me deslizaba hasta quedar sentada en el suelo sintiéndome lo más miserable de este mundo.

Hundí mi rostro en mis manos y me acune ahí en el suelo, no tarde en sentir unas manos cálidas que se acercaron a mí y me abrazaron.

—hey, ¿Qué pasa? —no podía responder, sentía que me iba ahogar—Karencita, todo estará bien, ya verás que sí.

—no puedo...—solloce y me aferre a él hundiendo mi rostro en su pecho—yo no quería, yo nunca quise...tuve que hacerlo para protegerlos a todos, fue un sacrificio para mi... ¿fue una mala decisión? ¿eso me hace mala persona?

Lo mire a los ojos suplicante por respuestas, el me miro con cariño como lo hacía siempre. Con delicadeza limpio mis lágrimas y me atrajo hacia el pasando suavemente su mano por mi cabello.

—No, no te hace una mala persona. Se bien que lo hiciste por ellos y no por ti, siempre ha sido así, siempre pones a los demás sobre ti. Pero ese fue tu error Karen, no debiste poner a todos sobre ti ¿recuerdas que yo te advertí que algo así pasaría? — asentí, tenía razón.

—si es así ¿Por qué entonces me hace ver que soy egoísta?

—porque...también fue muy imprudente tu decisión, debiste pensar en las consecuencias, si bien él no podía enterarse entonces debiste optar por mas soluciones...por eso se ve una decisión egoísta, pero no te hace una mala persona...mejor dejemos el tema, ven será mejor que descanses. Tendrás que dormir en mi cama. Estaré trabajando si necesitas algo, por ahora descansa—el me ayudo a levantarme, ambos fuimos a su habitación y me recosté en la cama, el tomo una de las cobijas y me cubrió con ella. Se sentó allí a mi lado, pasaba su mano aun por mi cabello, me hacía sentir un poco mejor. Mis lágrimas no cesaban y mis ganas de llorar tampoco, el suspiro y se agacho quedando de frente a mí.

—ya verás que todo pasara, no te voy a dejar sola, no te vamos a dejar sola—limpio una vez más mis lágrimas y yo lo abrace, me aleje de él y lo mire a los ojos con agradecimiento, así se quedó el hasta que me tomo del rostro con cuidado y suavidad, se acercó a mí y me beso, no hice nada para evitarlo porque no tenía suficiente autoridad ahora para eso, además lo hizo con tanto cuidado que olvide lo que me agobiaba, su beso con mucho cuidado como de si de cristal se tratara, se alejó de mí y solo sonrió con ternura para luego salir de la habitación dejándome allí. Cerré los ojos y esperé a poder dormir una vez más.

•SOLO TÚ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora