Capítulo 54 -Flashback 1

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Luisita POV

"El lunes volvimos al trabajo agotadas pero felices y para el fin de semana ya teníamos nuestra nueva casa. Era otro ático, pero ahora con vistas a Santa Mónica, que estaba cerca del estudio y de mi nueva universidad".


Nuestra nueva casa era perfecta para nosotras. La distribución era muy parecida al ático de Madrid: dos habitaciones, un estudio para Amelia, una cocina conectada al salón con una mesa enorme que utilizaba yo para estudiar y adelantar trabajo, y una terraza, que habíamos decorado con muchas plantitas y lucecitas.

Tan solo tres meses después de mudarnos a nuestro nuevo hogar, casi cuatro meses desde que yo trabajaba en la discográfica y cinco desde que llegué a Los Ángeles, empecé a entender realmente lo que es luchar por un sueño.

Hasta entonces, mi vida había sido tranquila y fácil. Vivía con mis padres en Madrid, trabajaba con mi familia, y siempre que quería estaba con Amelia. Al cabo de un tiempo pasaba más tiempo con Amelia que con nadie y dormía con ella más días que sola, sin tener mayores preocupaciones. Supongo que ese es el sueño de mucha gente, pero hay veces que esa vida tranquila que has soñado, tener un trabajo de ocho horas, una pareja que esté en casa cuando llegues y que podáis tener los fines de semana libres para disfrutarlos y tal vez hacer algún viaje, no es tan fácil de tener, y para eso hay que luchar mucho. Llega un momento en el que te planteas si todo lo que estás haciendo es demasiado y a la vez suficiente, si tener libertad para elegir lo que hacer vale la pena si te quita libertad de tiempo, si el estrés domina tu vida y aprendes a gestionarlo de manera correcta o él te invade y te quita tu percepción sobre la vida, tu felicidad. Esto me rondaba la cabeza últimamente porque, desde luego, Los Ángeles no estaba resultando igual de fácil que Madrid.

Estos meses he estado haciendo las prácticas de márketing dentro de la discográfica y hoy empezaba a trabajar oficialmente media jornada, pero ahora con más responsabilidad que antes. La semana pasada empecé el máster, así que me dieron una semana libre para poder adaptarme a los cambios y hoy volvía. Alexandra me había dejado todos sus apuntes del máster, y como tenía miedo de quedarme atrás por trabajar y estudiar a la vez y que todas las clases fueran en inglés, ya me lo había estudiado todo. Iría por la mañana a la discográfica hasta mediodía y después de comer tendría clases, de lunes a viernes, durante los próximos nueve meses que dura el máster. Trabajar y estudiar a la vez no me molestaba, lo había hecho desde que tenía 16 años echando una mano en el Asturiano y luego cuando abrimos el King's mientras estaba en la universidad, en cambio, me sentía totalmente agradecida de poder tener esta oportunidad y poder compartirla con la persona que más quería en el mundo, porque de haberme quedado en Madrid lejos de ella... no puedo ni pensarlo.

Amelia acababa de grabar todo su disco, pero su trabajo no había hecho más que empezar. Nunca me hubiera podido imaginar que un artista tuviera tanto trabajo para sacar un disco adelante: horas y horas de prácticas de cada canción, coreografías, grabación de videoclips, campañas de publicidad, entrevistas, viajes, interactuar con fans en redes sociales, aguantar críticas y faltas de respeto constantes, y tener una vida personal. A pesar de todo esto, su amor por su trabajo era tan grande que lo hacía todo encantada. Muchas veces me quedaba simplemente mirándola. Su manera de anteponerse a las dificultades y siempre tener una buena actitud me hacía, sin duda, una mejor persona. Cuando me agobiaba por cualquier cosa como no entender alguno de los apuntes de Alex por el inglés o tener miedo a no estar haciendo bien mi trabajo y que repercutiera a cualquier artista, solo la miraba. Ella solía darse cuenta y me sonreía y, sin necesidad de decir nada, sentía mi mundo calmarse, dándome a entender que todo iba a salir bien. Estos ataques de inseguridad solían darme en casa, cuando bajaba las defensas y la cabeza me iba a mil por hora, pero ella me conocía, tal vez demasiado bien, y eso me encantaba.

La cantante y su musa || LUIMELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora