Capítulo 14

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Amelia POV

A la mañana siguiente nos fuimos de compras. Yo me había traído parte de mi vestuario, la peluca y cosas importantes que me pudieran sacar de un aprieto, pero necesitaba un par de cosas más. Después de comer, repasamos todas las preguntas que me iban a hacer en los 40, y cuando miré el reloj me di cuenta de que iba a llegar tarde al King's. Eran las 8 y aún tenía que cambiarme y llegar.

Llegué a las 8:25 y me encontré a María en la puerta.

-Lo siento, lo siento, lo siento - dije sin pararme.

-¡Te he llamado como 10 veces!

-Perdón, de verdad. No volverá a pasar, te lo prometo.

-Corre anda, está todo el mundo esperándote.

Subí al escenario y como tenía muchísima práctica, en dos minutos tenía todo montado. Después del desplante de Luisita a la última canción que le había dedicado, hoy me había llevado la guitarra eléctrica, y todo el concierto fue bastante más rockero de lo que estaban acostumbrados a escuchar, pero al parecer, todo el mundo estaba encantado.

En mitad de una de las canciones por fin vi a Luisita. Estaba desbordada con tantos clientes pidiendo bebidas. Hoy se había alisado el pelo y estaba preciosa.

Lourdes se había quedado en casa terminando de arreglar sus maletas y mandando unos emails a la discográfica.

Cuando terminé el concierto, me demoré más de la cuenta en desmontarlo todo. Me apetecía quedarme un rato más en el local y ver a Luisita. Cuando terminé, el bar estaba ya empezando a vaciarse. Me acerqué a la barra y me senté.

-¿Me pones un aquarius de limón, porfa? - le pedí a Luisita con una sonrisa en la cara.

-Toma. - Lo dejó en la barra y se fue a atender a otro cliente sin mirarme a la cara.

Cogí el móvil y me puse a contestar unos mensajes que tenía en el grupo familiar sobre la entrevista de mañana. Cuando ya prácticamente no quedaba gente, aproveché que Luisita pasaba por delante de mí y la paré.

-¿Te pasa algo conmigo? - pregunté con un poco de miedo a la respuesta.

-¿Contigo? ¿Y a mí qué me tendría que pasar contigo? - contestó a la defensiva.

-Pues no lo sé, dímelo tú.

-¿Tú sabes a qué hora has llegado? María te ha llamado mil veces y no cogías el teléfono. No sabíamos si ibas a venir o no. No sabíamos si te había pasado algo, si te habías ido de juerga con "Lourdes" - volvió a decir su nombre con un tono especial - y se te había olvidado venir...

-Luisita - puse mi mano encima de la suya y la miré a los ojos - perdón. De verdad, perdóname. Ya le he pedido disculpas también a María. No volverá a pasar. Se me fue el santo al cielo y no vi la hora. Será la última vez que me pasa, te lo prometo. - Le dediqué una medio sonrisa de arrepentimiento y pareció funcionar. Resopló y le cambió un poco la cara.

-Vaaale - dijo como una niña buena. - Bueno, ¿y qué tal el día entonces? - me preguntó a regañadientes.

-Bien, la verdad es que no he tenido ni un respiro.

-¿Mucho jaleo con Lourdes? - preguntó con especial interés.

-Bueno, la verdad es que sí, supongo... Oye - quise cambiar de tema - ¿te apetece cenar algo conmigo? Estoy hambrienta - le pregunté con ojitos de corderito.

-Bueno, vale. ¿Puedes esperar unos 20 minutos? Termino de recoger la barra, hago caja y estoy lista.

-Claro rubia, lo que necesites - le dije con una sonrisa.



Le propuse ir paseando a un bar de hot dogs que había visto el otro día y sentarnos en un banquito enfrente del Retiro. Le pareció buena idea así que empezamos a caminar.

Cuando llegamos al banquito para sentarnos, todavía no habíamos sacado ningún tema de conversación. Notaba a Luisita un poco distante. Me quedé mirándola mientras ella miraba hacia otro lado. Llevaba una bufanda negra, una chaqueta vaquera, una falda y botas. Tenía las manos en los bolsillos de la chaqueta y parecía tener frío. Sin pensarlo dos veces, me quité mi chaqueta y se la puse por encima.

-No, no, ¿qué haces? Te vas a constipar - me dijo apartando la chaqueta de sus hombros.

-No te preocupes, estoy bien. Tú en cambio has estado enferma y tienes frío - y le volví a poner la chaqueta sobre los hombros con una sonrisa en la cara.

-Gracias... - dijo en un susurro de voz.

-Luisita, perdóname de nuevo por haber llegado tarde hoy...

-No pasa nada, ya te has disculpado.

-Bueno, ¿y por qué estás así? ¿He hecho algo?

Se quedó un momento callada.

-No, nada. Venga, cuéntame algo - dijo con una sonrisa, haciendo un esfuerzo por mostrar que estaba bien. - ¿Qué planes tienes para el finde?

-Pues... mañana tengo cosas que hacer con Lourdes y...

-¿Turismo? - interrumpió

-Hmmm sí, turismo. Nunca ha estado en Madrid así que le enseñaré la ciudad.

-Ah genial. ¿Te apetece que os acompañe? Al fin y al cabo, he vivido aquí toda mi vida. A lo mejor puedo llevaros a algún rincón que no conozcas... - dijo con una sonrisa.

"Mierda" - pensé - "ojalá tener ese plan contigo Luisita, pero no te puedo decir la verdad..."

-Eh... no. - Tenía que inventarme una excusa - La verdad es que Lourdes es muy vergonzosa y no lleva bien eso de conocer gente nueva. Además, hace mucho que no la veo y me apetece estar a solas con ella... - dije apartando la mirada.

-Ah, vale. - Se puso muy seria de golpe. - Pasadlo bien entonces. Oye... es un poco tarde y estoy cansada. ¿Te parece si nos vamos ya?

"Joder, la he cagado. Está enfadadísima"...

-Claro, además, lo último que quiero es que te vuelvas a poner mala - le dije con una sonrisa.

No hablamos nada más de camino a casa. La acompañé a su portal y se despidió sin mirarme a la cara. Yo tenía ganas de llorar. Sabía que le había dolido lo que le había dicho sobre mañana, pero no podía decirle la verdad. Me fui dando una vuelta un poco más larga hasta llegar a mi casa, donde Lourdes ya se había acostado, pero había dejado una nota:

"Intenta descansar. Mañana vas a bordar la entrevista. Además, te tengo una sorpresa".

La cantante y su musa || LUIMELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora