Capítulo 34

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Amelia POV


Riiing

-Esos deben de ser ellos - le dije a Natalia.

Me levanté del sofá a abrir la puerta. Mis padres llegaban hoy a Madrid y habían insistido en que no fuéramos a por ellos, que tomarían un taxi e irían directamente al hotel a dejar las maletas y pegarse una ducha rápida.

Abrí la puerta, y ahí estaban.

-¡Hola! - salté a abrazarlos. Los echaba mucho de menos.

Natalia me siguió. Éramos una familia muy unida. Incluso durante nuestra etapa de la adolescencia, en la que tu peor enemigo por decreto divino, son tus padres, nosotros nos llevábamos bien. Ellos siempre nos han puesto normas muy claras y nos han apoyado en todo, así que confiábamos en ellos completamente.

Me hizo recordar a cuando todo empezó:

Cuando era pequeña, iba siempre que podía al estudio con ellos y en casa siempre estaba cantando. Un domingo, mi padre entró a mi habitación y me preguntó si quería ir con él al estudio y cantar unas canciones que había preparado. Recuerdo ese día como si fuera ayer. El estudio estaba vacío. Me dio la primera canción, con la partitura de la guitarra y nos pusimos juntos a cantar. Dos horas después, me grabó cantando por primera vez. Cuando lo escuchamos, vi cómo mi padre se estaba limpiando una lágrima disimuladamente.

Continuamos grabando dos canciones más y nos fuimos a casa. Yo volví a mi cuarto y mi padre fue a hablar con mi madre. Esa noche en la cena, me propusieron la idea de sacar un disco. Aquello fue como un sueño hecho realidad para mí, pero no me lo pintaron tan bien como yo me había imaginado.

Lo primero que me dejaron claro, es que todos los artistas desean, al cabo del tiempo, volver a ser indiferentes hacia la sociedad. El precio de la fama es demasiado alto, incluso tan alto, que ni millones de dólares lo pagan.

Y lo segundo que me dijeron fue que este trabajo nunca para. Siempre iba a tener que reinventarme, viajar, tener especial cuidado en quién confiar, y varias cosas más.

Eso me dio qué pensar. ¿Quería tanto cantar y ser famosa como para estar dispuesta a pagar el precio? No me llevó mucho tiempo decir que sí, aunque las palabras de mis padres seguían rondando en mi cabeza.

Natalia, quien nunca había querido cantar, estaba escuchándonos mientras veía un capítulo de Hannah Montana que estaban echando en la tele, y vino con la idea de que ocultara mi identidad para así seguir siendo una persona normal.

Al principio nos lo tomamos a risa, pero poco a poco la idea fue calando y así decidimos que naciera Carol Rovira.


Ahora, estaba mirando a mis padres y los ojos se me llenaron de lágrimas. Estaba tan agradecida por todo lo que han hecho siempre por mí, que no tenía palabras.

-Os he echado mucho de menos - y volví a abrazarlos.

-Y nosotros a ti, cariño.

-Bueno, pero vamos a dejarles pasar de la puerta, ¿no? - dijo Natalia riéndose.

-Sí, claro, pasad. Os enseñamos la casa.


Natalia y Lourdes les enseñaron la casa mientras yo les servía un poco de agua.

-Me encanta, Amelia. Creo que vas a hacer una muy buena inversión. ¿Cuándo tienes la cita con el dueño?

-Mañana. Sabía que la semana que viene ibais a estar liados con trabajo, así que decidí amoldar la reunión a vosotros.

-Gracias. Sí, la semana que viene la tenemos llena.

-¿Con quién habéis quedado? - quise saber.

La cantante y su musa || LUIMELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora