Epílogo 1

6.5K 301 60
                                    

Siete años después

Luisita POV

Repasé que todo estuviera en mi bolso y lo dejé en la mesita auxiliar al lado de la puerta. Eché un último vistazo al piso que había sido mi hogar por los últimos años y no pude evitar que se me llenaran los ojos de lágrimas. Aquel piso había vivido tantos momentos con Amelia y conmigo que me costaba hacerme a la idea de que me iba a ir de él para siempre. Aquí celebramos nuestra pedida de mano, aquí hemos discutido y nos hemos reconciliado, hemos vivido seis años de matrimonio, y hemos hecho planes de futuro, pero ahora estaba completamente vacío, a falta de que dejara mis llaves en la encimera de la cocina junto a la que Amelia había dejado hacía un mes antes de irse.

Miré la hora en el móvil. Ya eran las 8 de la tarde y el Uber me estaba esperando en el portal. Me limpié la lágrima que no había podido evitar que cayera, dejé un beso con la mano en la puerta y la cerré detrás de mí.

Cuando llegué al aeropuerto, pasé seguridad y me senté en una silla que daba al avión de Iberia que ya estaba preparado. Envié ayer todo mi equipaje a mi destino, así no tenía que perder tiempo facturando ni recogiéndolo, y podía viajar con menos peso.

Aún quedaba poco más de media hora para que empezáramos a embarcar, así que me puse los auriculares y puse la playlist de Top 50 globales de Spotify. Con la primera nota de guitarra supe de inmediato la canción que iba a sonar: "Mi promesa" era la canción que Amelia había compuesto con parte de nuestros votos de boda, y sin duda se había convertido en mi canción favorita de Carol Rovira, y ahora también la canción número 1 en prácticamente todo el mundo. Cada vez que hemos discutido, que hemos creado planes de futuro o que simplemente estaba un poco más sensible de lo normal, he escuchado esta canción. Supongo que hoy era uno de estos días, porque por cuarta vez hoy, se me inundaron los ojos de lágrimas.

En mi mente aparecieron todos los recuerdos de nuestra mágica boda en plena naturaleza en un colorido otoño de una montaña de Wyoming, donde vino toda mi familia y mis amigos más cercanos de Madrid. Recordé cómo se me erizó la piel cuando vi aparecer a Amelia vestida de blanco con un pequeño ramo de flores otoñales en su mano, y me noté el mismo efecto en mi cuerpo ahora mismo, erizándose con solo el recuerdo de su imagen. Su moreno natural sobresalía y no tardé en perderme en sus húmedos ojos marrones. Compartimos con todos nuestros seres queridos nuestros sentimientos.

Recuerdo como si fuera ayer lo feliz que estaba mi madre; que mi padre no paraba de llorar de alegría; mi abuelo estaba como un niño pequeño; mi hermana María y mi cuñado estuvieron todo el rato corriendo detrás de Alicia, mi sobrina preciosa, quien nos trajo los anillos; Manolín y Marisol estaban en la edad del pavo, así que ellos eran una montaña rusa de emociones de normal, que solo se intensificó ese día; Marina vino como la soltera más cotizada, e hizo muy buenas migas con un primo lejano de Amelia; los padres de Amelia estaban espectaculares; y Natalia y Lourdes estaban cogiendo ideas de todo porque un mes antes nos habían contado que Natalia le había pedido matrimonio un día que fueron al cine a ver la película que acababa de sacar Natalia, y ésta protagonizó uno de los anuncios que aparecen antes de la película, pidiéndoselo, tanto en la gran pantalla como arrodillada a su lado, consiguiendo que Lourdes se atragantara con una palomita y el resto de personas que estaban en la sala empezaran a aplaudir, y luego quisieran hacerse fotos con Natalia. El resto de la boda fue sencillamente genial. Bailamos, reímos, Amelia me cantó por primera vez una versión de esta canción, y partimos a nuestra luna de miel, que consistió en un mes y medio recorriendo todo Asia, terminando con una semana de relax total en Maldivas. En ese viaje, Amelia y yo nos llenamos de amor. Estábamos felizmente enamoradas, recién casadas y con todo el tiempo del mundo, así que era muy difícil quitarnos las manos de encima o dejar de besarnos. De hecho, perdimos un avión y unas cuantas excursiones por culpa de estas ganas. Estos recuerdos sacaron una sonrisa en mi cara. Después de este viaje, hemos hecho unos cuantos más, pero ninguno tan largo. Nos hemos centrado principalmente en nuestros trabajos, consiguiendo que Carol Rovira haya sacado tres discos más desde que yo estaba en el equipo, y a mí me habían ascendido a jefa del departamento de márketing y ventas, aunque ahora mismo no estaba trabajando.

La cantante y su musa || LUIMELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora