La cantante y su musa || LUIMELIA

Capítulo 1

Amelia POV

Acabo de salir del aeropuerto. Hacía tanto que no pisaba Madrid, mi ciudad natal, que me siento como una turista total. He decidido dejar Los Ángeles un tiempo porque necesitaba desconectar del trabajo. Después de haber ganado tres Grammy como Carol Rovira, haber recorrido el mundo dando conciertos y sin haber dado mi verdadera identidad ni rostro en ninguno momento para mantener mi identidad, necesitaba salir de la locura de la industria y las apariencias para volver a ser solo yo, Amelia Ledesma, y así volver a componer.

Me he alquilado un ático con vistas al Retiro con una habitación insonorizada para poder volver a encontrar mi esencia en la música. Mi productora me sigue muy de cerca y necesito sacar nuevo disco antes de que termine el año, así que mi plan es volver a empezar de cero, y vivir aventuras y experiencias para poder compartirlas mediante la música con el resto de mundo. Así fue mi primer álbum, el que me hizo famosa, así que no es tan mala idea.

Una vez instalada, me pasé los primeros días ajustando mi habitación de trabajo, intentando sacar alguna melodía con la guitarra o el piano que me diera pie a empezar algo, pero no había manera. Me encontraba ante una de las crisis más importante de mi carrera.

Decidí no agobiarme y tomarme unos días de vacaciones totales. Hice turismo por todo Madrid, comí la comida típica que tanto echaba de menos y disfruté de artistas callejeros que desprendían pasión por lo que hacían. Eso me llenó de envidia. Necesitaba desesperadamente volver a sentirme así.

Al cabo de dos semanas, me dedicaba a bajarme por las mañanas al Retiro con mi guitarra en busca de motivación, mirando a la gente alrededor de mí, haciendo deporte, paseando a sus perros, disfrutando en pareja...

Un jueves a mediodía, justo cuando acabé de tocar una de mis canciones con la guitarra teniendo la mayor prudencia posible, escuché que alguien me aplaudía. Me giré y vi a una chica rubia, de más o menos mi edad mirándome como si acabara de encontrar un tesoro, con los ojos súper abiertos y sonriendo. Paré de golpe y me puse nerviosa. ¿Me había reconocido?