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Los merodeadores estaban corriendo al Gran comedor, los guardias Reales estaban detrás de ellos siguiendo a la princesa que estaba en brazos de James, ella todavía sentí sus piernas débiles así que James la está ayudando. De nuevo. Cuando estaban corriendo se encontraron con Hagrid.

—Hola Hagrid – hablo Miranda – como estás

—Muy bien Miranda, van al banquete

—Así es – comento el semi gigante – voy con ustedes

Una vez dentro vieron que el Gran Comedor, iluminado por velas, estaba
casi abarrotado. Habían quitado del vestíbulo el cáliz de fuego y lo habían puesto delante de la silla vacía de Dumbledore, sobre la mesa de los profesores. Entraron dentro y se sentaron en la mesa de Gryffindor, ella estaba al lado de Frank que al verla le dedico una sonrisa

—Hola Frank – dijo ella

—Espero que elijan a James – comento Sirius – ese Alex no me cae bien

—A ti la mayoría de las personas no te cae bien – dijo Miranda mientras veía a su amigo – él es buena persona, no un Mortifago

—Como digas Fénix

El banquete de Halloween les pareció mucho más largo de lo habitual. Miranda estaba muriéndose de hambre, ella estaba comiendo rápidamente ya que estaba nerviosa con el tema de los seleccionados. Como todos cuantos se encontraban en el Gran Comedor -a juzgar por los cuellos que se giraban continuamente, las expresiones de impaciencia, las piernas que se movían nerviosas y la gente que se levantaba para ver si Dumbledore ya había terminado de comer- Miranda sólo deseaba que la cena terminara y anunciaran quiénes habían quedado seleccionados como campeones.

Por fin, los platos de oro volvieron a su original estado inmaculado. Se produjo cierto alboroto en el salón, que se cortó casi instantáneamente cuando Dumbledore se puso en pie. Junto a él, el profesor Karkarov y Madame Rósela parecían tan tensos y expectantes como los demás. Ludo Bagman sonreía y guiñaba el ojo a varios estudiantes. El señor Crouch, en cambio, no parecía nada interesado, sino más bien aburrido.

—Bien, el Cáliz está casi preparado para tomar una decisión –anunció Dumbledore –Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado –indicó la puerta que había detrás de su mesa –donde recibirá las primeras instrucciones.

—Estas nerviosa – comento Frank mirándola – estas temblando

—No me gusta que las dos personas a las que considero mis amigos hayan escrito su nombre en el Cáliz – comento ella

Dumbledore sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacía daño a los ojos pero Miranda estaba fascinada mirándolo pero tenía frío.

—Aquí tiene princesa – Jon le dio su un suéter blanca que la hizo entrar en color

Todo el mundo miraba, expectante. Algunos consultaban los relojes.

-De un instante a otro -susurró Lee Jordan.

De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir
chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito.

Una Snape diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora