7. Una pelota amarilla

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-Lucía, te pasa algo?

Escuchaba una voz a lo lejos, era la de Billie.

-Lucía despierta.

Desperté, estaba agitada, Billie me miraba extrañado, no me había dado cuenta que me había quedado dormida en sus brazos, de seguro me había movido mucho.

-Tenías pesadillas?

-No... esque estaba incómoda.

-Mis brazos son incómodos. -dijo un poco enojado

-No! No es eso, esque estoy algo estresada por la noticia.

-Sí, está bien, entonces nos vamos?

-Qué hora es?

-Las 7:30 pm.

Ya estaba oscuro, no había nadie en el parque, creo que Billie también se había quedado dormido y por eso no nos dimos cuenta cuando todos se fueron.

Nos fuimos caminando a mi casa, las calles estaban solitarias, era una cuidad pequeña y después de las ocho la gente se encerraba en sus hogares y ya casi no se veía caminar a personas. Iba caminando agarrada de la mano de Billie, los dos sólos por las calles oscuras de la cuidad. Mi casa quedaba unos treinta minutos del parque, eran muchos pero no lo había pensado bien cuando me vine, ahora es cuando me arrepiento.

Habíamos caminado unos diez minutos cuando de pronto una pelota amarilla se cruzó enfrente de nosotros, dirigiéndose hacia la carretera, detrás de ella venía un niño corriendo, se detiene en la orilla de la banqueta y empieza a llorar.

-El niño está llorando, Lu, vamos a ver que le pasa. -mencionó Billie.

-No vayas Billie.

-Por qué?, Lucía, está llorando.

-No se te hace raro que un niño salga de la nada y empiece a llorar.

-Se fue su pelota, tal vez por eso llora, iré por ella.

-No, Billie, regresa.

Billie se dirigía hacia el niño, y como siempre, nunca me escuchaba cuando trataba de advertirle.

-Qué te pasa amiguito? -dijo Billie.

-Mi pelota se fue. -dijo el niño con la cabeza abajo

-Está allá, en la carretera. -dijo mientras la señalaba.

-No puedo ir por ella, no me dejan cruzar la calle.

-Iré por ella, ok? Pero ya no llores.

Billie se dirigía a la carretera, hacia la pelota, cuando de repente un coche a todo velocidad sale de la nada y lo atropella.

-BILLIE! -grité desesperada y con lágrimas en los ojos.

Corrí hacia el, puse su cabeza en mis piernas, estaba inconsciente, tenía golpes en la cara, volteo hacia los lados y el coche ya no estaba, el niño había desaparecido, no sabía que hacer, unas personas que vivían en las casas de en frente se percataron del accidente y salieron de sus casas, dos señores me ayudaron a moverlo a la banqueta y llamaron a una ambulancia.

Voces AnónimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora