Cap. 29 El segundo jugador

0 0 0
                                    

Fue cuando escuché una voz.

Staicy! Eres tú? - decía Mat al fondo.

Despertaste! Te encuentras bien? - pregunté.

¿Donde estamos? - preguntó.

Comencé a explicarle todo lo sucedido.

¿Por qué me seguiste? Si no lo hubieras hecho no estarías castigada - mencionó el mientras trataba de sentarse.

Se toco la cabeza y su expresión reflejaba dolor y al instante.

¿Te duele? - pregunté acercando mi mano a su cabeza.

Solo un poco - respondió.

Si no te hubiera seguido Talvez seguirías botado en medio de la nada o algo podía haberte pasado, tuviste mucha suerte - añadí.

Siempre cuando rompemos una regla nos castigan de esta manera - mencionó molesto.

Espera! Entonces ya les han castigado así antes? - pregunté.

Si, cuando nos descubren - respondió el.

¿Quieres decir que ya estuviste aquí adentro antes? - pregunté.

Si - respondió.

Es un asco estar aquí adentro - dijo molesto.

No tienen ni un poco de consideración con nadie - añadió.

Oye! Tranquilo, al menos no estás solo - comenté y sonreí.

Creo que lo único buenos de estar aquí adentro es que estoy contigo - dijo el con una sonrisa disimulada.

Sonreí otra vez.

¿Que te paso en el bosque? - pregunté.

Alguien me golpeó y caí inconciente - dijo el.

Que extraño - Añadí.

Seguimos hablando sin parar, le comenté que me sucedian cosas muy extrañas.

Ya era de noche, lo sabíamos por una única Luz que lograbamos ver entrar por un pequeño agujero en la pared.

Tengo hambre - dije aún sentada sobre el suelo apoyando los hombros sobre las rodillas.

Yo también, pero resistiremos, no te preocupes nos traeran al menos agua y cuando vengan trataré de pedirles algo de comer - dijo el.

¿Crees que traigan agua hoy? - pregunté.

Mañana, apenas mañana - dijo el.

Pasaron las horas, me apoyaba en una pared y Mateo en la que se encontraba frente a mi.

Quedamos en silencio por unos minutos, todo estaba oscuro.

¿Staicy te dormiste? - preguntó el.

No, no puedo hacerlo, siento mucho
frío - mencioné con la voz temblorosa.

Si me lo permites me acercaré a ti, entre los dos podemos tratar de calentarnos - dijo el.

Claro que sí, ven aquí, al menos tu tienes una chaqueta - respondí.

Que tonto! - exclamó mientras se sacaba la chaqueta.

No no, que haces? No quería decir que me la dieras, solo que... - decía desesperada tratando de arreglar mi error.

El tocó mis manos.

Tranquila, estás más fría que yo - dijo colocando la chaqueta sobre mis hombros.

Muchas gracias, pero tampoco quiero que tú sientas frío - añadí.

Esta bien, acércate - dijo jalandome hacia el, abrazándome con cariño.

Sentí una pequeña incomodidad pero la acepte ya que sentía frío.

Controlando El Don Donde viven las historias. Descúbrelo ahora