Después del schock

4 1 0
                                    


Dentro del puesto de la Cruz Roja Odisea terminaba de adecentar el feral escenario tras la aparición de la chica ensangrentada que parecía haber vuelto a revivir sobre la camilla de aquella manera tan horrorosa. Había metido las gasas, las vendas, los trozos de la ropa de la chica, los guantes, todo empantanado de una baba rojo-verduzca, en una gran bolsa de basura y la había cerrado con varios nudos. Las riñoneras, las pinzas y las tijeras aparecían acumuladas dentro de la pica para después ser desinfectadas de manera rudimentaria con lejía; los instrumentos emitían instantáneos destellos, como disparos de flash, al ser alcanzados por el foco de emergencias que ella había vuelto a encender.

Baldeó todo con agua y lejía en abundancia. Le costó aplacar el color sanguinolento del agua, la tiró por el retrete y volvió a llenar el cubo en tres ocasiones, sudando a mares, el cuerpo empapado. Fuera, en el paseo, había regresado el rumor del gentío.

Miguel entró en ese momento.

-¿Has visto a Pep, Odisea?

-No, ¿no se fue con la ambulancia?

-¡Qué va! Juan Carlos dijo que se había quedado abajo... es muy raro que no haya subido al oír todo este follón. Voy a ver si le veo... - adujo él. Desapareció de nuevo hacia la calle y después bajó las escaleras que daban a la arena.

La Venganza de la Tierra. Mare NostrumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora