Hasta que, un sábado por la mañana, había sonado la fatídica llamada. Fue su madre quien se encontró ahorcado a su padre. Se pasó tres largas horas intentando aguantarle en el aire por los pies, con todas sus fuerzas, pensando que seguía vivo, hasta que la señora de servicio llegó a la casa y oyó sus gritos de auxilio.
Odisea rehízo inmediatamente el macuto. La profesora Cerdó la llevó al aeropuerto. En la llamada solo le habían dicho que a su padre le había dado un ataque al corazón y se hallaba en estado crítico...
Ahora se detuvo. Le faltaba el aire, pero todavía le quedaban por cerrar las bolsas de basura y secar y colocar de nuevo en su sitio el instrumental desinfectado con lejía. Salió a la puerta y respiró hondo el aire del paseo, después volvió a entrar.
Y siguió pensando y pensando en las causas de todo aquello, en el porqué de todas las cosas, como el hecho de haber regresado, exactamente un año después de la muerte de su padre, a S'Illot, precisamente el lugar donde había recibido la fatal noticia.
"¿Por qué volviste, Odisea? Piénsalo bien, ¿por qué volviste?", se preguntaba a sí misma, una vez y otra, sin caer en la cuenta de lo sencillo que era. Porque allí había sido feliz por última vez antes de que su vida se volviera del color de la muerte, y porque el pequeño enclave pesquero y el recuerdo de una pequeña dosis de alegría era lo único a lo que podía aferrarse. En Barcelona, encerrada en el diminuto piso al que habían tenido que ir a vivir ella y su madre, ya que les habían embargado el chalé de Supermaresme, sentía que se moría en vida, y aquella era una clase de muerte que no podía soportar; no, si iba a consumirse que no fuera enclaustrada entre cuatro paredes sin pisar la calle, como estaba haciendo su madre. Tras rogarle a ella que la acompañara a Mallorca, obteniendo nada más que sollozos y reproches, una buena mañana de Agosto Odisea había llenado precipitadamente su maleta y había cogido el autobús hacia el aeropuerto.
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La Venganza de la Tierra. Mare Nostrum
General FictionIsla de Mallorca, tras un vertido de organoclorados en el mar un caluroso mes de agosto las costas aparecen tapizadas por espesos cardúmenes de medusas. La socorrista de la Cruz Roja Odisea Pascual atenderá los primeros casos de picaduras mientras l...