VALENCIA. CIUDAD DE LAS ARTES Y LAS CIENCIAS

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-¿Un vuelo aceptable? - preguntó Alejandro Fortuny. 

-El viaje ha sido un verdadero placer. Me encantan esos turbo hélice que te hacen sentir como si volaras en una batidora - respondió Pere Quetglas. -Y más si me haces venir a Valencia para enseñarme esto.

-Parece imposible ¿verdad?

 -Aha... ¿y me has dicho que lo ha hecho de noche? ¿Alguien lo ha presenciado in personam?

-No, pero las cámaras lo han captado al detalle... - respondió Fortuny. -Eso sí, está todo grabado y bien grabado... lo veremos enseguida.

Eran las siete y veinticinco minutos de la tarde. Pere Quetglas, el Coordinador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados 1 y reputado biólogo marino, era un gran amigo de Alejandro Fortuny, el director del Oceanográfico situado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Este le había llamado a primera hora de la mañana a su casa de Binissalem, en Mallorca. Pere no lo había dudado ni un segundo y había tomado el primer vuelo de Air Nostrum a Valencia, a las catorce cuarenta y cinco. 

Ahora se hallaban los dos (las manos de ambos entrelazadas tras la espalda, como generales revisando a sus tropas) ante un cilindro de cristal iluminado con luz cenital que contenía cinco toneladas de agua. Se trataba del hábitat de las medusas. La semana anterior el tanque circular albergaba a diez ejemplares de cnidarios. En aquellos momentos solo quedaba uno.

La Venganza de la Tierra. Mare NostrumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora