Capitulo 10

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Taylor

Cuando llegué de la escuela, active la grabadora para verificar si habían mensajes de mi madre, pero para mí sorpresa no había nada, ni siquiera una llamada perdida .Me fui directo al baño para ducharme y quitarme el sudor de esta tarde y mientras el agua corría por mi cuerpo yo me encontraba con la cabeza apoyada en la pared, con los ojos cerrando analizando mi día y mis futuros planes de está tarde que, aunque no fuese productiva aún así tendría que salir a hacer unas compras, así que después de ducharme y sentirme fresco otra vez, bajé al primer piso, active la grabadora una vez más esperando mensajes pero al igual que la primera ve, , no se reprodujo nada.

Mientras caminaba por las calles de la ciudad, un frío recorría mi cuerpo. Las calles estaban vacías, el sol se estaba ocultando y las luces comenzaban a encenderse para iluminar cuando todo quedará completamente oscuro.

Cuando entre a la tienda, sentí el cambio de temperatura al instante, el lugar estaba expedito y silencioso dejando audible el sonido de la caja captando los precios de los productos. Me acerqué a donde vendían carbohidratos, tomé un sobre de espaguetis y cuando estaba decidido a pagar, la presencia de mi maestro captó mi atención. Él al igual que yo, se percató de que estaba ahí, me sonrió y luego se me acercó

—Creo que después de todo, el mundo si es pequeño.—dijo cruzándose de brazos

—Supongo.—reiteré echándole un vistazo al sobre que tenía en mi mano

—¿Qué tal has estado?.—pregunto. Yo asentí y luego mordí el interior de mi mejilla preparando mis palabras.

—Bien, comenzando de nuevo.—respondí desviando la mirada hacia la variedad de productos que nos rodeaban

—Me alegro, este lugar es agradable, ¿Te gusta este lugar?.—pregunto. Volví la mirada hacia él con la mandíbula tensa y luego libere mi cuerpo con un suspiro

—Sí, es un buen lugar.—dije asintiendo

—Te ves bastante mejor.—comento con una mirada entre sorpresa y alegría

—Gracias. intento estarlo.—mis palabras intentaban ser lo más sinceras posibles y aunque habían veces en que todo volvía: los pensamientos, el temor y los recuerdos. A pesar de todo eso, intentaba estar bien la mayor parte del tiempo

—Bueno, ya tengo que irme.—dije mientras miraba la hora en mi reloj de muñeca

—Cuídate muchacho.—dijo. Asentí y luego me aleje de él, en dirección a la caja para pagar la poca cosa que había decidido comprar.  

Cuando llegué a casa me abstuve de encender la grabadora porque asimile que nada cambiaría de un rato al otro, así que me quite la camiseta, me puse mis auriculares y me dirigí a la cocina, y con la compañía de la música en mis oídos, comencé a preparar los espaguetis que había comprado y luego los complete con salsa de tomate encima. Mi plato favorito.

Luego me fui a la sala, acomode el sofá y comencé a buscar alguna película. Usualmente solía ver películas relacionadas con la violencia, pero está vez quería algo más ligero, pero al no encontrar nada de mi agrado, decidí echar un vistazo a mi teléfono, mientras comía con gusto; revise la última conexión de mi madre, la cual fue hace dos horas atrás, fruncí el ceño, ya que ella solía hablarme las veinticuatro horas, pero mi cerebro no tardó en pensar que quizás estaba ocupada, así que no me calenté más la cabeza con respecto a eso. Dejé el plato vacío en la mesa de centro y luego en incline hacia atrás, apoyando mi espalda en el respaldo, pase mi mano por mi desnudo abdomen Y luego respiré profundo, sintiendo como el sueño se iba apoderando de mi.

El amor se asemeja a una drogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora