Capitulo 51

2.3K 184 29
                                    

Ronny

 

La calmada y deleitosa respiración de Taylor sobre mi hombro era lo más placentero que mi piel podía estar sintiendo en estos momentos, sus suaves dedos acariciando mi cintura desnuda incitaba un calor en cada punto de mi cuerpo haciéndome desear fundirme totalmente en sus caricias y en no mover ni un solo musculo. Mi mirada se encontraba sosegada en la lámpara de mi mesita de noche sintiendo la calidez del cuerpo del chico que se encontraba ligeramente recostado en mi espalda con una mano dandome caricias y poniendo en calor todo mi cuerpo y con la otra sobre mi cabello. Solté un suspiro más que nada para evitar que mi cuerpo volviera a la excitación de hace unas horas atrás y acto seguido, eche un vistazo hacia el reloj que Taylor tenía en su muñeca, en la mano que se encontraba revoloteando con mi cabello. Me tranquilizó el saber que aún se dormía en mi casa a esa hora o bueno, al menos mis padres. Traté de acomodar mi cuerpo lo más suave posible y gracias a dios lo logré con éxito, porque no quería apartarme y mucho menos quería que él se apartar por creer que estaría incomoda.

Habrán pasado unos cinco minutos, tal vez, no lo sé la vedad, hasta que por una razón una lágrima rodo por mi mejilla hasta llegar a la comisura de mis labios. Respire profundo para disimularlo, pero a diferencia del movimiento que había hecho hace minutos atrás para acomodarme, esto si lo noto, porque el movimiento de Taylor me confirmó que me había visto o escuchado

—¿Ronny?.—susurro besando dulcemente mi hombro. No me moví ni dije nada, solo me quede mirando la lamparita, pero Taylor al quedar con la intriga acaricio mi hombro, detuvo el jugueteo con mi cabello y lentamente me fue ladeando hacia él.—¿Qué pasa?.—pregunto una vez que nuestras miradas se encontraron, pero nuevamente me quede en silencio. No era capaz de decirlo sin llorar y como sabia que estallaría en llanto si le decía lo que por mi mente pasaba, me estaba obligando a quedarme en silencio.—Vamos, Pulgarcita.—dijo alentándome con una caricia en la mejilla. Me mordí los labios, cerré los ojos unos segundos para darme valor y fuerzas para no llorar y una vez que me senti capaz llevé mi mano hacia hombro

—Yo…—murmure con fragilidad y con un dolor punzante en las cuerdas vocales.—Es que tú dijiste que comprarías un apartamento y de repente una máquina te estaba ayudando a respirar y eso, el pensarlo me provoca algo extraño. No quiero volver a pasar por eso, no quiero.—dije mientras en mi cabeza pasaban y pasaban los recuerdos de el conectado a múltiples tubos y maquinas. Taylor aferró sus labios en lo alto de mi cabeza como si le doliera mirarme y yo me obligue a proseguir.—Taylor, tuve tanto miedo, miedo de no volver a verte, de no volver a tocarte y yo…, yo me moleste mucho contigo, pero no supe cómo ayudarte y no sé si podré ahora.—mi voz flaqueo apenas dije aquello, así que tuve que presionar con fuerza su hombro. El chico busco mi mirada y con suavidad apoyo su frente contra la mía. Necesitaba verlo, sentirlo, tocarlo y saber que estaba aquí, porque en mi mente no dejaba de preguntarme que hubiese pasado o como hubiese estado si no hubiese despertado

—Shuu.—mascullo acariciando mi labio inferior.—No fue tu culpa. Fui un imbécil.—dijo negando con la cabeza. Parpadeé y dos lágrimas salieron disparadas, éú l las retiro con cuidado, y enseguida bajo su mano hacia mi cintura para aferrarme mas a su cuerpo

—Pero tú me curaste y yo no pude hacerlo contigo.

—No fue exactamente así. Mas bien, yo te di el impulso, pero tú saliste adelante sola. No quiero que te eches la culpa por lo que yo hice, porque si vivo con eso, con que tú te sientes así, ambos estaremos sufriendo.—dijo entrecerrando los ojos.—No volveré a dejarte sola nunca más. Lo prometo.—continuo, pero esa palabra “promesa” siempre me había asustado, porque sabia que era algo muy fácil de decir y a la vez muy fácil de romper cuando no se tiene el valor suficiente para sostenerla, y lo se, porque yo en varias ocasiones no fui capaz de hacerlo.—Voy a estar bien, vamos a estar bien y compraré un apartamento con vista al atardecer.—una sonrisa se apodero de sus labios mientras lo decía y yo no pude evitar soltar una carcajada al imaginarnos en ese futuro

El amor se asemeja a una drogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora