Volkacio

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La famila de los Volkov's se había mudado hace poco, era un familia seria, no intentaban convivir con los vecinos, cuando le quisieron dar la bienvenida ellos simplemente negaron todo.

Era un familia de cuatro integrantes estaba la madre y dos hijos, Alexander y Viktor, parecían muñecos de porcelana, su piel blanquecina, el cabello negro de Alexander y gris de Viktor, que si tocaba se rompían, pero eran altos, eran unas personas que podían destacar, su elegancia y seriedad, también eran llamativas dando un toque de misterio.

Hubo rumores sobre los niños del vecindario como; son vampiros, no son de este planeta, mataron a alguien y salieron huyendo entre otros.

Y el pequeño Hotacio era muy curioso, sos grandes ojos bicolores, su piel morena, cabello castaño y sonrisa brillante lo hacían un niño precioso, su carisma, el ser muy leal y juguetón, también era un poco travieso.

Era el vecino de la familia Volkov que muy poco salían, Horacio los había visto desde su casa de árbol, había descartado la idea de que fuesen vampiros ya que salían en las tardes y nunca los vio tomando sangre, extraterrestres tampoco eran ya que no tenían poderes ni un platillo volador, zombie tampoco ya que no comían cerebros o no hacían ruidos raros.

Un día Horacio estaba jugando construir con sus legos cuando una pelota destruyó todo haciendo que Horacio se le indicaran los ojos de lágrimas, cuando volteó a ver quien era vio a Viktor con su cabeza por encima de la barda, agarro la pelota y no se lo ocurrió mejor cosa que aventar la a la cabeza de Viktor, eso le hizo sonreír, mientras que a Viktor no le causó ni la mínima gracia, frunció su seño y saltó la barda para llegar donde Horacio.

- ¿Qué haces?

- Tu empezaste.

- ¿Yo?

- Si, tú, tu pelota cayó en mi ciudad y la destruyó. Así que es tu culpa.

- Fue un accidente, tu me pagaste a proposito.

Viktor tenía razón, fue grosero de su parte pegarle con una pelota a propósito, cuando lo de Vintor fue un accidente.

- Lo siento, no debí hacer eso.

- Yo también lo siento.

Hasta allí llegó su conversación ya que una tercera voz los interrumpido llamando a Viktor para comer.

Su segunda interacción fue en la noche Viktor estaba sentado en el césped, sus gruesas lágrimas salían de esos ojos avellana mojando sus mejillas que estaban sonrrojada, y la punta de la nariz rojiza por la irritación de quitarse los mocos.

Una voz le hizo voltear viendo al mismo niño que le había pegado con la pelota, pensó que si lo ignoraba se iba a ir pero, no contó que una pieza de Lego pegaría en su brazo, enojado volteó y vio al niño otra vez, se guardó la pieza para pararse.

- ¿Qué?.

- ¿Estas bien?.

- Si.

- Y ¿por qué lloras?.

- No estoy llorando - Horacio a chino sus ojos para ver bien la cara contraria que bajo la cara osea que no la viese, se limpió las lágrimas que aún quedaban y volvió a levantar la cara.

- Ven.

- No.

- Por favor ven, te quiero enseñar algo.

No perdía nada con ir, volvió a saltarse la cerca estando cara a cara otra vez.

- Por pegarte deja enseñarte mi casa del árbol, ¡yo la hice!

OneShots/GTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora