-¿Necesitas ayuda? -Su voz ronca y suave a mi lado me hizo sobresaltar. Giré hacia él y lo vi con los brazos cruzados, una mirada divertida en sus ojos.
-Creo que puedo manejarlo sola -contesté descaradamente.
-No parecía así hace unos segundos -se dirigió hacia mi hermano -El baño está al final del pasillo, creo que va a expulsar todo lo que comió la semana pasada. Seremos rápidos.
Se movió rápidamente, agarrando a Peter y abriendo la puerta del baño.
Cerró la puerta, dejándome afuera, desconcertada.
Oí las arcadas de mi hermano y luego una queja.
La puerta se abrió y Jayden salió con una expresión de disgusto en su rostro.
-Qué asco -musitó mirando su camisa.
No pude contener mi risa al darme cuenta de que Peter había vomitado encima de él, era imposible no divertirse con la situación. Pero mi risa se detuvo abruptamente cuando Jayden levantó las manos y comenzó a desabotonar su camisa.
Con cada botón que desabrochaba, podía ver más de su pecho. Desde los pectorales hasta los abdominales. No parecía posible, ese cuerpo no parecía real. Y recordé que había estado presionado contra mí mientras bailábamos.
Sus brazos y su abdomen estaban tonificados y definidos. Ahora comprendía cómo podía cargar a mi hermano sin esfuerzo.
«Bendito seas, Peter. Te debo una por esto».
-¿Te gusta lo que ves? -preguntó entretenido, mientras yo seguía absorta en su imagen.
-Nada fuera de lo normal -respondí con neutralidad.
-Parecía otra cosa -se rió entre dientes al abrir una de las puertas del pasillo y sacar una camisa similar a la que llevaba antes -¿Crees que debería ponérmela? ¿O seguirás admirando la vista?
"Permítenos seguir admirando".
-Deja de exhibirte y ponte la camisa de una vez.
-Eso pensaba hacer.
La forma en que lo dijo me hizo entornar los ojos. Jayden se rio y fue... la primera vez que lo oí hacerlo. Cuando lo veía en el Gran Salón del baile se mostraba callado y estoico, como si fuera como la mayoría de los guardias, solo había alcanzado a ver esa medio sonrisa suya. Pero nunca una risa.
Sin embargo, ahora lo había hecho y su risa sonaba real, profunda y agradable. Retumbó a través de mí, todo el camino hasta las puntas de mis pies. Tardé un poco en darme cuenta de que no lo había oído hablar tanto. Tenía un ligero acento, un deje casi musical en el tono. No logré identificarlo del todo.
-De verdad que deberías ponerte algo encima -le dije, aunque me gustaba ver ese espectáculo.
-Estoy bastante cómodo como estoy -se burló.
-Pues yo no.
-¿Estás segura de eso princesa?
-¿Princesa? -repetí.
-Eres bastante exigente. -Encogió solo un hombro-. Supongo que una princesa sería exigente.
-Yo no soy exigente -protesté-. Solo deja de exibirte.
-¿En serio? -Lo preguntó arqueando una ceja.
-Decirte que te vistas no es ser exigente.
-Vaya, en eso no nos vamos a poner de acuerdo. -Hizo una pausa-. Princesa.
Mis labios querían esbozar una sonrisa irónica, pero conseguí reprimirla.
-No deberías llamarme así.
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Lo Desconocido del Reino
RandomÉrase una vez, en un reino lleno de intrigas y engaños, donde nadie es quien parece ser; donde la verdad era una joya preciada, reservada para unos pocos privilegiados. En ese lugar, todas las apariencias engañaban, y cada individuo ocultaba secreto...