Capítulo 34

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Cada gota de sangre derramada.

Son las veces que mis enemigos han querido derrotarme.

Y aún así no lo han logrado.

Las cicatrices no solo demuestran los momentos que he sido dañada.

También demuestran que a pesar de todo, no han logrado derribarme.

Y he seguido adelante.

***


— Madie, ponte detrás de mí.

Todos avanzaron un paso y Jayden sacó la pistola. No tuve ni idea de por qué hasta que seguí su mirada hacia la vitrina que había en la pared del fondo, la que lucía fotos y cuadros. La pared se movía, rotaba hacia nosotros.

Me coloqué detrás de Jayden n. Él avanzó un paso y gritó a la persona que se escondía detrás de la pared:

—Identifícate. Tengo una pistola.

—Y yo también. — Amber  entró en el despacho vestida como si se fuera a almorzar al club de campo. Llevaba un jersey con rebeca a juego, unos pantalones de vestir y unas bailarinas neutras y clásicas.

Y una pistola en la mano.

—Suelta el arma. — Jay apuntó a Amber con la pistola.

Amber, que seguía sujetando el arma con firmeza, dedicó a Jayden su mirada menos impresionada.

—Creo que todos sabemos que soy menos homicida de la realeza —dijo con voz alta y clara—, de modo que soltaré mi pistola de buen grado en cuanto tú sueltes la tuya, Jaydencito.

—No hagas esto —le dijo Derek—. No quiero dispararte, pero a diferencia de Jayden, lo haré sin pensarlo, no dudes ni un momento que lo haré. Suelta el arma y hablaremos.

Amber no se inmutó.

—Me conoces, Derek. Íntimamente. —Su tono no varió, pero no cupo duda ninguna de qué había querido decir con eso—. ¿De verdad crees que soy capaz de hacer daño a una criatura?

Era evidente que la «criatura» en cuestión era yo, pero apenas me había dado cuenta. El corazón me latía con tanta fuerza que pensé que podría romperme una costilla, sin embargo, logré preguntarle a Derek:

   
—¿Íntimamente?

—Una noche de fiesta y copas de más  —me contestó Amber—.me sorprendió mucho darme cuenta quién era el nuevo novio de mi primita querida, siempre quitando lo que alguna vez fue mío — todos bufaron y yo rodé los ojos —. Primero con el trono y luego ustedes.

—No deberías estar aquí, Amber—afirmó Jayden, que no dejó de apuntarla con la pistola.

—Ah, ¿no? —preguntó ella. Tras un largo momento, bajó la pistola y la depositó encima del escritorio—. Si tus hombres me hubieran permitido la entrada de un modo más tradicional, no tendría que haber accedido a hurtadillas como una ladrona, y de haber estado segura de que no habrías mandado escoltarme hasta la salida, no hubiera tenido ninguna necesidad de empuñar una pistola. Pero aquí estamos. A pesar de todo, como muestra de buena voluntad, que ninguno de vosotros merece, mientras nadie intente echarme, mi pistola se quedará justo donde está, encima de ese escritorio.

Tras otro largo momento, Jayden dió la orden y todos bajaron también el arma y Amber se volvió hacia mí.

—Primita, vas a aclararme ahora mismo las sandeces que han estado ocurriendo, como este circón con Jayden y Derek, o el ataque en el instituto. Ya.

—Habla —me ordenó—. Al menos me debes eso.

A decir verdad, seguramente se lo debía; pero, antes de poder decir ni una palabra, una voz habló.

Lo Desconocido del ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora