Sus ojos permanecían fijos en mí, y yo intentaba descifrar el torbellino de emociones que parecían habitar en ellos. Quería entender lo que sentía, necesitaba que me lo dijera en voz alta. Mi corazón latía desbocado, esperando ansioso alguna respuesta, pero ninguna llegaba.
Luego, volvió a mirarme, y lo que vi reflejado en sus ojos me hizo estremecer. Era un rechazo tan claro y contundente que me golpeó en lo más profundo de mi ser.
Rechazo.
Eso fue lo que recibí en ese momento.
Jayden me observaba con una intensidad que dolía, mientras sus ojos azules parecían recorrerme de arriba abajo, llenos de una negación que no podía ignorar. Podía notar el dolor y la incredulidad que le invadían, como si no pudiera creer lo que había salido de mis labios.
Sacudió la cabeza mientras asimilaba mis palabras, y una triste y amarga risa escapó de sus labios segundos después. No podía imaginar que ese gesto sería lo más doloroso que recibiría de él, hasta que comenzó a hablar con una precisión dolorosa.
—Supongo que ya no vale la pena— pronunció con una voz quebrada.
Jamás hubiera pensado que escucharía esas palabras de su boca, pero después de lo que había dicho y cómo lo había dicho, no podía esperar menos. La tristeza y la nostalgia se hacían evidentes en su tono.
—Me habría gustado darme cuenta antes— continuó, su voz resonando con pesar. —Quizás así no te hubiera hecho soportar tenerme siempre encima, cuando tu corazón ya pertenecía a otro. ¿Es esto lo que querías?
Levanté la barbilla, reuniendo toda la fuerza que me quedaba, y esbozé una sonrisa que ocultaba mil emociones, pero ninguna que no fuera tranquilidad. Asentí en silencio, sin pronunciar palabra.
Lo último que vi antes de cerrar mis ojos durante varios segundos para recomponerme de ese último intercambio fue la expresión apesadumbrada y cansada de Jayden, y su espalda alejándose del lugar.
Mis lágrimas comenzaron a brotar como cascadas, mi pecho se contrajo y mi vista se nubló.
Lo había alejado.
Lo había perdido...
Desperté sobresaltada, con lágrimas en los ojos y un fuerte dolor en el pecho que me dejó sin aliento. Mis sentidos se agudizaron mientras mis ojos luchaban por acostumbrarse a la intensa luz del sol que iluminaba mi habitación. La visión de las cortinas abiertas me pareció extraña, ya que no recordaba haberlas dejado así antes de acostarme la noche anterior.
El recuerdo de mi sueño me invadió nuevamente, provocando que el dolor en mi pecho se intensificara. Era como si mi corazón estuviera recordando el tormento vivido. Traté de apartar esos pensamientos, pero era imposible ignorar la sensación de angustia que me envolvía.
Tocan a mi puerta, y sin siquiera contestar, entra mi madre con mi hermana.
Sin siquiera esperar a que respondiera, mi madre ingresó a la habitación junto con mi hermana, Gaby.
-He traído pastel - Gaby me extendió la cake de red velvet - tu favorito - su cara brillaba de esperanza mientras esperaba a que respondiera.
Apreciaba el esfuerzo que mi familia hacía para mantenerme animada, pero notaba los cuchicheos y las miradas de preocupación que se intercambiaban a mis espaldas. Sabían que algo no iba bien.
A pesar de que quería contarles todo, sentía que me faltaba el aliento cada vez que estaban cerca, temiendo que acabaran como mis padres. Aunque intentaba alejarlos para protegerlos, ellos se mantuvieron a mi lado, comprendiendo que algo andaba mal. Estaban preocupados, muy preocupados.
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Lo Desconocido del Reino
CasualeÉrase una vez, en un reino lleno de intrigas y engaños, donde nadie es quien parece ser; donde la verdad era una joya preciada, reservada para unos pocos privilegiados. En ese lugar, todas las apariencias engañaban, y cada individuo ocultaba secreto...