Capítulo 25

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Ingresé a mi habitación en busca de mi teléfono, había estado buscándolo todo el día sin éxito. De repente, escuché el tono de llamada de mi celular y giré hacia donde venía el sonido.

Por segunda vez casi me da un ataque cardíaco al ver a Jay sentado como si estar en mi habitación fuera lo más normal.

—Tú —fruncí el ceño, relajándome un poco.

—Yo —dijo poniéndose de pie.

—¡Me asustaste!

—Lo sé —habló casualmente.

—¿Qué... Cómo...¿Qué haces aquí? —pregunté totalmente confundida, entrar a mi habitación sin mi permiso se estaba convirtiendo en una costumbre.

—Bueno, estaba aburrido. Así que decidí asustarte, porque podría ser divertido, y no me equivoqué —dio un paso hacia delante.

Su rostro se acercó al mío y retrocedí al instante.

—También vine a cobrar viejas deudas.

—¿Qué?

—Ya me has oído —bromeó sonriendo, mostrando lo divertido que estaba.

Estaba muy nerviosa por su cercanía, tragué saliva, sintiendo la garganta seca. Pude sentir su brazo fuerte alrededor de mi cintura, haciéndome imposible escapar.

—Suéltame —ordené tratando de liberarme.

—No, me debes algo.

—No sé de qué hablas.

Mi corazón latía rápido contra mi pecho.

—Me debes un beso.

—No voy a darte un beso —repliqué y sentí su mano en mi mejilla. Se inclinó hacia mí y poco a poco nuestras respiraciones se mezclaban —Jay, no lo hagas.

—¿Por qué no? —su nariz rozaba la mía, capturando toda mi atención.

—Porque...—mi voz se apagó.

—¿Por qué qué?

—¿Porque te odio? —solté lo primero que se me ocurrió, traté de desviar mi mirada pero su ligero, pero fuerte agarre me lo impidió.

—No, no lo haces —declaró con dulzura y cierta arrogancia.

—Yo...—unos golpes en la puerta me interrumpieron.

Salté por la sorpresa y él me soltó, había un poco de frustración en su rostro.

No sé quién seas, pero me acabas de salvar —le hablé mentalmente a quien sea que estuviera detrás de la puerta.

—¿Madie, estás ahí? —preguntó Bryan del otro lado de la puerta. ¡¿Por qué tenía que ser él?!

Me iba a matar si me encontraba con Jayden, podía pensar cosas que no venían al caso.

—Sí, ¡ya voy! —grité mirando a Jayden, quien estaba sentado en la cama como si nada. Creo que es el único chico al que mi hermano no ha logrado espantar —¡Tienes que esconderte!  —susurré en voz baja.

—¿Dónde? —preguntó con indiferencia. Rápidamente, busqué un escondite.

—Debajo de la cama —señalé y él levantó una ceja.

—No hay manera de que vaya a meterme debajo de la cama. No me voy a ensuciar, quién sabe cuánto polvo hay ahí.

—¿Qué? Yo mantengo mi habitación muy limpia.

—No te creo.

—¡Solo hazlo!

—¿Madie? —la voz de Bryan sonaba impaciente.

Lo Desconocido del ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora