Capítulo 24||

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Emma Jackson

Me remuevo incómoda entre las sábanas, el frío cala en mi piel, y el que este bajo sábanas gruesas no me sirve en lo más mínimo, mi cabeza no para de traer y repetir recuerdos, que no me interesan recordar, lo cual tampoco ayuda a que pueda llegar el sueño.

Me coloco de pie con la molestia azotando mi cabeza, acomodo una bata de algodón suave sobre mi cuerpo, y me voy hasta la cocina, preparo una taza de chocolate caliente, me acomodo sobre el sofá, y me bebo todo en pequeños sorbos. El leve dolor que se asoma en el lado derecho de mi cabeza, provoca que termine acomodándome sobre el sofá con la gruesa manta colorida de capaz dobles sobre mi cuerpo.

Cierro mis ojos para descansar, pero tan pronto lo hago, su maldita imagen aparece en mi cabeza, y joder ¿Qué es lo que está mal conmigo? han pasado cuatro años, cuatro jodidos años, y en vez de olvidarlo, siento que todo esto solo está empeorando. ¿Cómo se supone que voy a utilizarlo? ¿Cómo se supone que voy a desecharlo, luego? Cuando es claro que la única que va terminar jodida seré yo.

Estaré bien, estaremos bien, me convenzo, si cumple con sus palabras, todo este embrollo se solucionara, lo olvidaré, solo es cuestión de tiempo, solo debo mantenerme alejada lo más que pueda.

.

No sé en que momento me quedé dormida, el flash que disparan contra mi rostro, provoca que abra mis ojos de golpe sobresaltada, Ewan sonríe observando la pantalla, y me reincorporo estrujando mis ojos.

—Hola mami, te he capturado en una foto por que...

—Lleva tus cosas a la alcoba, y vámonos. —Demanda Aron desde la puerta, interrumpiéndolo, Ewan se acerca dejando un beso en mi mejilla apresurándose a hacer lo que dice, y me reincorporo del todo con mi ceja arqueada, molesta.

—¿Cómo que vámonos? ¿A dónde lo llevas? No me molesta el que te lo lleves, pero soy su madre, y tu deber como padre es comunicarme de sus planes, antes de llevarlo contigo. —Espeto enojada, y desliza la mano por su bolsillo tomando su móvil, ignorándome. —Además estaba en casa de mis padres, carajos, de seguro ocasionaste problemas allá. —Continúo reclamando, mientras él continúa ignorándome. —¡Y encima le compras un celular a un niño de apenas cuatro años! —Le grito, y guarda su móvil en su bolsillo, recargándose contra la puerta.

—¿Ya terminaste? —Inquiere en un tono cortante, relajado. —Iremos a mi apartamento, no ocasione ningún jodido problema, y el celular se lo he comprado para que podamos mantenernos comunicados, no hay nada de malo con que lo tenga, está programado tan solo para llamadas, así que ya déjame en paz. —Brama, y me alejo cabreada. «Imbécil, hijo de puta».

Me adentro en la alcoba de Ewan, está acomodando sus cuadernos en su mochila, lo cual provoca que frunza mi ceño de inmediato.

—¿Te quedarás a dormir con él? —Le pregunto en tono bajo, acercándome.

—No, Daisy me pidió que los llevará, me ayudará con las tareas. —Explica, y asiento con algo más de molestia. Son cosas que debo hacer yo, no ella.

Lo ayudo a recoger lo que llevara, en cuanto terminamos, Ewan toma a Baxter en sus manos, y volvemos a la sala.

—No lo regreses tarde. —Le pido, y nuevamente me ignora. Me inclino, y dejo un beso en la frente de Ewan, dejando que se marchen.

Me ducho, limpio, reacomodo las cosas en su lugar, preparo algo de comer y me adentro en mi alcoba. El tono de mensaje acompañado con la vibración llega a mis oídos, extiendo mi mano, y lo tomo sin ánimos de nada, pero todo aquello se evapora en cuanto observo de donde procede dicho texto.

Dulce, cruel y amargo destino || Libro 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora