Capítulo 15||

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Aron List

Observo como el idiota del guardespalda se adentra en el apartamento, seguido de dos policías y del imbécil hermanastro de Emma, quien fija sus ojos en ella tan pronto lo hace, y con el humor de mierda que me cargo es muy probable que todo termine muy mal. Respiro profundo y me acerco con ambas manos puestas en mis bolsillos, queriando proyectar la paciencia con la que obviamente no cargo.

—Lo siento señor, intenté detenerlos pero insistieron y terminaron entrando a la fuerza. —Se apresura a decir mi gualdespalda y levanto mi mano para que cierre la boca, no tiene por que despotricar excusas absurdas, si no me sirve, busco a alguien más y ya está.

—Señor List. —Habla uno de los policías esta vez, acercándose e extendiendo su mano, mano la cual obviamente no tomo. —Lamentamos incomodar y la intromisión, pero es nuestro deber como policías y autoridades que somos velar por la seguridad y demandas de nuestros ciudadanos. —Explica tomando una pequeña libreta de su bolsillo trasero. —Según el informe tiene una denuncia por llevar con usted al hijo de los señores aquí presente sin autorización. —Suelta tornando mi jodido humor peor.

—No es el hijo de ese idiota, es mi hijo y no tengo que pedir ninguna jodida autorización para llevármelo. —Escupo entre dientes controlando la rabia que emerge en mis venas. —Antes de venir e invadir mi apartamento con acusaciones absurdas debieron hacer realmente su trabajo e investigar. —Espeto posandome frente al oficial. —No tienen una jodida mierda que hacer aquí, así que les voy a dar dos putos minutos para que se larguen de mi casa o las cosas no terminarán bien para ninguno. —Advierto desencajando los rostros de los oficiales, no me ando con rodeos ni con amenazas vacías y como no hagan lo que digo, tendrán que abstenerse a las consecuencias que el hijo de un asesino poderoso puede causar.

El policía se endereza en su lugar, toma una pose defensiva, lo cual me deja claro que no conoce de mis alcances y que no sabe realmente quien soy.

—Son las leyes, y sus amenazas en contra de autoridades pueden llevarlo a prisión. —Articula provocando que una carcajada brote de mis labios y antes de que pueda decir o hacer algo veo como Emma entrelaza sus manos y se acerca con nerviosismo.

—Disculpe oficial, la demanda que hicimos mi compañero y yo fue una  equivocación. —Expresa llevando la confusión al rostro de los oficiales.

—¿Qué dices, Emma? —Inquiere el idiota de su hermanastro sobresaltado. —¿Una equivocación? No estás hablando en serio... ¿Te amenazó? ¿Eso fue? Si es así para eso están aquí los oficiales, no tienes por que tener miedo de ese imbécil. —Escupe y en dos pasos lo tomo del cuello con rabia.

—Ya me estás colmando la paciencia, hijo de puta. —Lo estrangulo con fuerza y en menos de nada su rostro se torna pálido, mientras intenta quitar mi mano. —Sal de mi casa o te juro que eliminare cada uno de tus malditos dientes y de paso tu asquerosa lengua. —Espeto haciendo más fuerza en el agarre, los policías intentan alejarme mientras que Eduard mi guardespalda de confianza se intermedia alejando a los policías.

—Señor por favor, suéltelo o nos veremos en obligación de detenerlo a la fuerza. —Escupe el otro policía llevando su mano al arma que carga en las caderas.

Y suelto un risilla sarcástica, una estúpida arma no es algo con lo que pueda detenerme, el rostro del imbécil se sigue tornando rojo a medida que aumento mi agarre, dejándome claro que ni para defenderse sirve, y así tiene la estúpida creencia de que puede hacerse cargo de mi hijo, es un idiota en todo esplendor.

—Oye ya basta, déjalo. —Emma es quien se interpone esta vez, le dedico una mala mirada e ignoro sus palabras aumentando más fuerza en el agarre. —Te he dicho que lo sueltes, se va ir, no empeores las cosas, por favor. —Vuelve a pedir envolviendo sus dedos en mi brazo, y suspiro hastiado soltando al imbécil de un empujón que lo desestabiliza y lo manda al suelo junto con los dos policías y mi guardespalda.

Dulce, cruel y amargo destino || Libro 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora