Capítulo 29||

1.6K 138 97
                                    

Aron List

Sus manos se mueven a lo largo de la punzante erección, me estimula en tanto su lengua lame el glande, sabe como hacerlo, maneja los movimientos de su mano con perfección, y termino corriéndome dentro de su boca, con un corto derrame, que me la deja igual de dura, el sudor le recorre la frente, se coloca de rodillas, desliza sus manos sobre las sábanas, y me coloco el preservativo, deteniéndome y recargándome contra el espaldar en cuanto la puerta es abierta de golpe por la hija de puta de Ary.

— ¡Te hemos estado esperando por más de una jodida hora y tú estás aquí, follándote a esa estúpida zorra bastarda! —Grita furiosa, provocando que Daisy se remueva incómoda, y se coloque bajo las sábanas.

— ¿Quién mierdas te crees para entrar así? Lárgate que yo ya veré si voy o no. —Espeto, y se cruza de brazos, rodando sus ojos.

— ¡Eres un insolente, papá te tolera todo este tipo de dramas, porque cree que te necesita, cuando no es así, conmigo le debería bastar! —Grita cargada de resentimiento, y me coloco de pie, tomando la toalla.

—Lárgate, no lo voy a repetir. —Advierto, y exhala cabreada.

—Debes ir a la puta reunión, necesito que me entreguen mis bienes ya. —Contesta cortante, bajando su tono, para luego largarse azotando la puerta.

Todo esto es un jodido fastidio, pero tengo claro que debo de asistir. El que el padre de mi madre haya fallecido no le ha importado en lo absoluto a ninguno, ni siquiera a ella que era su hija favorita. Por regla debemos asistir todos para poder leer el estúpido testamento en el cual no tengo el más mínimo interés.

Me voy a la ducha, no tengo tiempo para perder, y tengo asuntos más importantes que atender. Salgo vestido, Daisy continúa bajo las sábanas, y me acerco dejando un beso en su boca, tomando el reloj que dejo en mi muñeca.

— ¿Ya te vas? ¿Puedo acompañarte? —Inquiere, incorporándose y niego calzándome con lo primero que agarro.

—No va hacer posible, es aburrido, una pérdida de tiempo a la cual no necesitas asistir. —Dejo claro, y asiente sin insistir, volviendo a cubrir su cuerpo.

—Te espero para la cena. —Murmura, y asiento, tomando mis llaves, largándome.

Me he pasado el día ocupado, atendiendo mis propios negocios, los cuales no tienen nada que ver con mi padre o familia. Dejo el sobre con el papel legal que me entrego Lean sobre el asiento de cuero, y conduzco, enfocándome en la carretera.

El montón de vehículos estacionados fuera del edificio no son una sorpresa, el abuelo posee grandes bienes, e hijos interesados, con familias hijas de puta que igual solo les importa el dinero. Tomo el ascensor, y ruedo mis ojos en cuanto distingo la multitud de personas, que se hacen llamar familia, que para su funeral no recuerdo haberlos visto a todos.

Falleció ayer de un extraño paro cardíaco, así lo indico su doctor de confianza, quien se mantenía sirviéndole en casa, se supone que se debe esperar al menos una semana para leer su testamento, pero todos han estado de acuerdo en que se debe leer hoy, no he tenido tiempo de ir con Ewan, por lo cual me apresuro en entrar, bajo las miradas despectivas que me dedican.

— ¡Enhorabuena primo Aron! Eso de que no tienes interés en la herencia del abuelo ni tú te lo crees, sabía que tarde o temprano ibas a venir. —Escupe Armando, hijo mayor del primer hijo del abuelo.

—No digas tonterías Armando, Aron tiene la multimillonaria herencia de su padre, no necesita de esta, vino por responsabilidad, estoy segura de que la rechazará y la dejará para quienes en verdad la necesitan, ¿Cierto primo? —Interviene su hermana, y continúo con mi camino, ignorando a ambos.

Dulce, cruel y amargo destino || Libro 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora