Capítulo 28||

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Emma Jackson

El corazón me palpita con fuerza, siento que todo me da vueltas, los guardias que protegen la puerta de la habitación donde permanece Ewan, me dejan pasar sin poner peros y, el pulso se me acelera en cuanto entro y lo veo, está dormido, con sueros y una pequeña venda en su cabeza.

Mis ojos empiezan a arder desmesuradamente, y me acerco hasta él con rapidez, tomando su mano, reviso que todo esté en orden con su pulso y temperatura, y volteo tras el chasquido de la puerta. Daisy entra con dos vasos de café en su mano, y su gesto relajado cambia en cuanto me ve.

— ¿Qué haces aquí? —Inquiere, y no puedo creer que se haya atrevido a preguntar tal estupidez.

—No se si no lo has notado. —Comento en murmuro irónico, dejando la mano de Ewan bajo las sábanas. —Es mi hijo. —Determino en un tono cortante, que la hace exhalar molesta.

—Estoy cansada de todo esto, no sé que carajos pasa con Aron, es claro que eres una madre irresponsable, y no sé por qué demonios no te quita el niño de una vez por todas. —Suelta, tomándome por sorpresa con un tono sumamente descarado. —No voy a seguir fingiendo sonrisitas contigo, es claro que no te agrado y tú a mí tampoco. —Espeta y me coloco de pie respirando hondo.

—Aron no tiene derecho a quitarme nada, mucho menos a mi hijo, y te aclaro que me vale una jodida mierda el que te desagrade. —Articulo y sonríe, acercándose, dejando uno de los cafés sobre la pequeña mesa.

—Ni tú, ni tu bastardo, van a lograr que Aron se aleje de mí, no me importan los métodos a los que tenga que llegar, por él sería capaz de cualquier cosa, lo amo, y él a mí, y el que ustedes hayan aparecido solo ha sido un jodido dolor de cabeza para ambos. —Escupe, y retrocedo ante sus palabras amenazantes, cargadas de veneno. —No te hagas la indignada, eres una maldita, estas tratando de separarnos, ¿Crees qué no lo noto? —Inquiere, y antes de que pueda abrir los labios para responder, voltea en cuanto abren la puerta. —Amor, te traje algo de café. —Murmura volviendo a su tono dulce, en cuanto él muy hijo de puta ingresa a la habitación.

« ¡Maldita demente!».

Las tripas se me remueven, se retuercen en mi abdomen, en cuanto esta le entrega el café, y le planta un beso en la boca, el cual él corta casi de inmediato.

—Iam te llevará a casa. —Le dice, y está lo toma de su cadera.

— ¿Te irás conmigo, cierto? Te ves estresado y no me gusta que estés así. —Contesta ella, y él niega de inmediato.

—Iré más tarde. —Responde, ella abre su boca para replicar, pero este vuelve a hablar antes. —Vamos. —La toma de la mano, llevándola fuera, y ella lo sigue a las malas.

Un sabor amargo intenso se planta en mi estómago, la piel me arde, la preocupación, rabia y tristeza, todo se mezcla, y mis ojos destilan las lágrimas que me hacen sentir el sabor salado. Mi cabeza no para de plantear que antes estaba mejor, el que lo hayamos encontrado ha alegrado la vida de Ewan, en ciertas maneras, más ha arruinado la mía en muchas.

Todo el tiempo me siento acorralada, asustada, llena de preocupación, molesta y con un dolor intenso en el pecho. El alejarme de él, dejó un enorme vacío en mí, al cual ya estaba acostumbrada, el cual ahora, preferiría antes que su presencia, la cual no hace más que causarme problemas, estragos, y sensaciones estúpidas que no quiero y odio totalmente sentir.

La puerta vuelve hacer abierta varios minutos después, y no me molesto en levantar la mirada, me centro en el rostro lleno de ternura de mi bebé, y las cosas que tiran a mis piernas, son las que me llevan a levantar la vista confundida. Es el dinero con el que cargaba y mi móvil.

Dulce, cruel y amargo destino || Libro 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora