Capítulo 23||

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Aron List

Extiendo mi mano, y sujeto el palo de billar, fijando mis ojos en la bola blanca que reluce frente a mí, capto el orden,  la dirección que necesito que tomen las demás, y la golpeo enviándolas a los pequeños agujeros.

—¿¡Cómo rayos lo haces!? En serio necesito saberlo. —Exclama Tyler reanimando el juego, Lean bufa como marica, y me encojo de hombros dejando el palo de billar sobre la mesa.

—No creo que lo entiendas, pero... Ya que insistes, se le llama talento. —Contesto provocando que ruede sus ojos.

—Eres un cabrón, al menos se algo modesto. —Espeta Lean, y lo ignoro, alejándome en cuanto veo a Daisy acercarse con dos vasos de licor en sus manos.

El club está atestado de personas abajo, a diferencia del área VIP, ninguno puede caminar sin chocar o rozarse el hombro. Suelo venir solo cada sábado para relajarme, y jugar algo de billar con los chicos, pero hoy tuve que hacer una excepción por las insistencias y reclamos de Daisy, los cuales empiezan a causarme dolores de cabeza.

No me gusta andarme con rodeos, y el que no haya llegado anoche, causó una absurda discusión, que tuve que arreglar a punto de salida, ya que a punta de mentiras no se me dio, ni me apetecía hacerlo.

—No te gusta beber, pero te traje algo de licor, ¿Gustas? —Inquiere en un tono cantarín, el cual deja en evidencia que ya está algo ebria.

—No, ya fue suficiente, ve por tu bolso, nos vamos. —Contesto, quitando ambos vasos de sus manos, y sonríe dejando sus brazos sobre mis hombros.

—Te ves tan guapo cuando te enojas. —Murmura besando mis labios, y la alejo cuando intenta adentrar su mano bajo el pantalón. —¿No quieres? ¿No gustas ahora, amor? —Cuestiona en un susurro, y respiro hondo sentándome en el sofá con ella sobre mis piernas. —Te amo tanto bebé, nunca te alejes, por favor... —Continúa murmurando.

—¡Lean! —Exclamo volteando hacía la mesa, y se acerca con el palo de billar en mano provocando que los chicos vociferen maldiciones.

—¿Qué pasa? —Inquiere posándose frente a mí.

—Ve por el auto. —Ordeno, entregándole la llave, y él muy idiota las deja caer.

—Oh no... —Susurra embelesado, y ruedo mis ojos, volteando por inercia, consiguiendo que los niveles de mi ira aumenten en segundos.

Ben, la rubia descerebrada, hija del idiota socio de mi padre, y Emma, ambas sujetas a los brazos de Ben, se adentran en el lugar, tomando la mesa, en la que se encuentra el imbécil de Fred, y sus acompañantes.

—¿Qué mierdas hace aquí? —Indago entre dientes, volviendo mis manos puños, y Lean se encoge de hombros, recogiendo las llaves.

—Bueno... voy por el auto. —Suelta tirándole el palo de billar a Tyler de vuelta, apresurando el paso y...

—¡Olvídalo!—Exclamo, deteniéndolo, y voltea con una expresión tensa.

—No me tardo nada. —Insiste y  arrebato las llaves de su mano.

—Que lo olvides dije. —Bramo, inclinándome, tomando todo el contenido del vaso, de un trago.

—Eres tan hermoso... —Vuelve a murmurar Daisy con los ojos cerrados, dejando varios besos en mi cuello, y la vuelvo a alejar, acomodándola en el sofá.

—Quédate aquí, ahora regreso. —Le ordeno a Lean, cuando noto su intención de largarse.

—Tengo cosas que hacer, tío. —Se queja, y lo tomo de la polera, sembrándolo en el sofá. —¡Oye, hoy es mi día libre, cabrón! —Grita cuando me alejo, y lo ignoro, tomando asiento frente a la barra, que me deja a la vista la mesa en la que se encuentran el grupo de inútiles.

Dulce, cruel y amargo destino || Libro 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora