Capítulo 6||

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Emma Jackson

Sus ojos intensos verdes, los cuales lucen ahora casi tan negros como la noche, me observan con intimidación, intimidación la cual no es capaz ni siquiera de inmutarme, no ahora.

Puedo notar que su cabello negro riso luce mucho más largo que desde la última vez que lo vi, su mandíbula se encuentra mucho más definida, lo cual lo hace ver mucho más varonil y jodidamente atractivo, con tan solo ver su pecho, hombros y brazos puedo notar que ha estado ejercitándose, ambos brazos ahora están cubiertos de tatuajes, lo cual lo caracteriza o más bien le da un toque de chico malo, que para que mentir, sin dudas  le quedan bien. Trae un polo negro junto con un pantalón de algodón del mismo color.

No tuve tiempo, o más bien valor para observarlo cuando nos encontramos en aquella estúpida heladería. Levanto mi mirada hasta dar directamente contra su rostro, observo como rueda sus ojos, para de inmediato soltarme con brusquedad, empujándome en el proceso, haciéndome casi perder el equilibrio, casi logrando hacerme caer.

—¡Imbécil! —Le grito con rabia. Él sonríe con descaro, lo cual hace hervir mi sangre y a la vez me trae miles de recuerdos. Sigue siendo el mismo idiota, solo que ahora le van las relaciones serias...

—¿Por qué andas sola a estas horas? ¿No se supone qué tu esposito es el que haga eso? —Inquiere con burla, señalando con su cabeza la bolsa en mi mano.

—Quería tomar... —Me interrumpo a mi misma, respirando con rabia. —¡No es tu puto problema! Deberías de preocuparte mejor por dejar a tu novia en casa.—Por dios no le debo explicaciones a él, Ewan es la única persona a quien se las debo.

Las últimas palabras salen de mi boca sin pensarlo.

—Claro, no lo es. A Daisy ya la dejé en casa, obviamente ella es mi prioridad ahora.—Responde en un tono irónico. Sus palabras logran hacerme una maldita mala sensación en pecho, se supone que ya lo he olvidado, se supone que ya lo he superado ¡Joder! —Ahora dime, ¿Te lo ha estado haciendo mejor que yo, él? —Pregunta de un momento a otro, descolocándome, desconcertándome, dejándome completamente sorprendida.

—¿Qué sí me lo hace mejor? —Sonrío con descaro. —Ni siquiera recuerdo como me lo hacías tú, imbécil. —Puntualizo, rodando mis ojos. Su risa burlesca se vuelve escandalosa, pasa la mano por su cabello, lo cual me recuerda esa costumbre la cual por lo visto, no ha cambiado nada.

—Me alegra, no te imaginas cuanto. —Responde y casi puedo sentir la sinceridad en sus palabras. —Fuera realmente una pena que solo lo haya olvidado yo. —Termina de decir para luego sonreír de lado. Otra vez siento esa maldita fuerte presión en mi pecho.

—¿A si? Pues también me alegra. —Respondo para de inmediato voltear y continuar mi camino, encontrándome con el perfil de Adam acercándose, con un gesto preocupado.

—Maldita sea Emma, me tenías angustiado. —Suelta en cuanto llega a mí con su respiración agitada, tomando con ambas manos mi rostro. —¿Estas bien? —Me pregunta, observa detrás de mí y sus ojos captan a Aron. —¿Te ha hecho algo él? —Vuelve a preguntar con sus ojos puestos aún en Aron.

—Por favor no vengas de macho preocupado ahora, si te hubiese importado en verdad no la hubieses dejado ir sola en primer lugar. —Responde Aron en un tono neutral, con ambas manos puestas en sus bolsillos.

Adam abre su boca para responder, pero yo tomo su rostro y le respondo antes.

—Estoy bien. —Le digo viéndolo directamente a sus ojos. —¿Nuestros padres llegaron? —Inquiero luego de ver que su cuerpo se relaja.

—Sí, Ewan también despertó y a penas lo hizo estaba preguntando por ti. —Responde, toma la bolsa de mis manos y luego entrelaza una de sus manos con la mía. —Vamos cariño. —Me dice, le sonrío a medias, observo por última vez hacía atrás para ver a Aron, pero él ya no esta, por lo cual empiezo a caminar, sin alejar mi mano de la de Adam.

Dulce, cruel y amargo destino || Libro 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora