Capítulo 30||

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Emma Jackson


Reparo mi reflejo frente al espacioso espejo de cuerpo completo, las leves marcas poco visibles en mi abdomen, los senos engrandecidos, los glúteos voluminosos, en tanto me seco el cabello, el cual me llega a la espalda.

Durante todo el embarazo fui muy mimada por papá, Amelia y Adam, los dulces fueron de mis antojos favoritos más constantes, por lo que terminé aumentando mucho de peso. Tiempo después del nacimiento de Ewan, me sometí a clases de yoga, a ejercicios matutinos y a dietas que odiaba pero cumplía por el bien de mi salud, y estado. Pasaron meses de tortura, los cuales dejaron de parecerme agobiantes, en cuanto empecé a notar los evidentes y favorecientes cambios y resultados. Mi cuerpo luce mucho mejor después del embarazo, todo a excepción de las leves marcas que no me importan, ha mejorado.

Termino de secar mi cabello, apresurándome a tomar un vestido cómodo, para asear la casa. Es sábado, y Ewan fue llevado a casa de mis padres temprano en la mañana por órdenes del imbécil de Aron, lo cual no deja de meterme dudas de las cuales no he podido salir ya que no lo he visto, ni ha tomado mis llamadas, no es que no me parezca, simplemente se me hace sumamente extraño.

En dos días es el cumpleaños de Ewan, no he tenido tiempo de organizar nada aún, por lo cual más tarde saldré por algunas cosas para la decoración, Amelia quedó en ayudarme con los postres, mientras que papá quedo de encargarse del pastel, Ewan no tiene idea de nada, ni siquiera sabe que es su cumpleaños, las clases lo tienen la mayor parte del tiempo ocupado, al igual que las constantes salidas con Aron.

Ato mi cabello, y voy hasta el área de lavado, donde tomo los paños de aseo, junto con los detergentes que voy a utilizar, reúno toda la ropa sucia, la cual llevo al lavado dividiéndola por colores, las dejo, volviendo a tomar el trapeador, quito el polvo de los muebles y maderas, antes de pasar el paño mojado, me aseguro de dejar todo limpio en tanto voy sacando y tendiendo la ropa en los cordeles sobre el techo.

Me preparo algo de comer a las 2 pm, y a las 4 pm vuelvo al baño para darme una ducha, en cuanto salgo, me coloco unos jeans con leves agujeros, una polera algo grande crema, me calzo con unos tenis negros de maratón, y salgo luego de volver atarme el cabello, tomar el dinero y las llaves.

El rostro aliviado de Fred, me lleva a arquear mis cejas en cuanto abro la puerta.

—Fred... ¿Qué haces aquí? —Pregunto con notoria incomodidad, borrando la leve sonrisa planteada en su rostro.

—Quise saber cómo estabas, no he sabido nada de ti, no he querido molestarte, he estado muy preocupado, pero de haber sabido que iba a molestarte, yo... —La evidente decepción en su rostro, me hace titubear.

—Perdón, yo no he querido ser grosera, estoy bien, estamos bien, agradezco el que te preocupes, pero, te voy a pedir que no vuelvas a regresar acá, por favor. —Murmuro, aumentando el gesto de decepción en su rostro.

Las palabras, las advertencias de Aron se repiten en mi cabeza, Fred se ha comportado muy bien conmigo, se ve como una buena persona, pero los problemas del pasado me reiteran que no puedo fiarme de nada que a simple vista parezca agradable, no cuando ahora no solo se trata de mí y de mi seguridad.

— ¿Por qué? —Pregunta, y cierro mis manos, sin saber que contestar. —Sé que no me conoces del todo Emma, que no confías en mí, y no te estoy pidiendo que lo hagas, solo quiero que me des una oportunidad de amigos, me agradas, creo que eso ya lo sabes, si no quieres que venga hasta aquí está bien lo respetaré, pero... Al menos permíteme invitarte un café, en un lugar público, no te voy a poner en riesgo, solo dame la oportunidad de conocerte, de conocernos, y ya luego puedes tomar la decisión de alejarte, pero por favor no lo hagas sin antes conocerme.

Dulce, cruel y amargo destino || Libro 2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora