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‡POV'S Cole‡

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‡POV'S Cole‡

Miré por última vez ese muñeco que me había llegado inexplicablemente el día de ayer, mantenía una sonrisa que por un momento me había parecido muy macabra, seguramente porque no dejaba de observarlo, era tan extraño, y emocionante al mismo tiempo, es decir, no todos los días te llegan muñecos misteriosos de la nada.

Metí el muñeco a mi mochila y salí de mi habitación, el cielo aún estaba oscuro por lo que me fue algo difícil caminar por mi propia casa.

Cuando llegué al primer piso, escuché a mi madre moviendo algunos platos en la cocina, seguramente estaba preparando el desayuno.

Al entrar a la cocina la vi, hacía las cosas con rapidez, otra vez se le había hecho tarde para el trabajo, no era normal ver a una mujer soltera con hijos, sin duda mi madre rompia los estereotipos. Mi padre nos abandonó cuando mi hermano menor apenas era un bebey, fue difícil para ella, tuvo que conseguir un trabajo mediocre en una tienda de ropa con un sueldo mediocre, pero siempre nos sacó adelante a mi hermano Michael y a mi, a pesar de que no teníamos mucho dinero sabíamos cómo ingeniarnosla.

— Buenos días, Cole— dijo mi madre— Michael ya se fue a la escuela.

— Si, claro— dije dándole una mordida a la manzana que tomé del frutero— Hoy llegaré un poco tarde, saldré con unos...¿Amigos?

— Irá Sheyla?— preguntó mi madre.

— Supongo que sí, debo convencerla.

— Bien, pero no llegues tan tarde— dijo mi madre con cara de preocupación— Ayer reportaron la desaparición de una niña.

— Estaré bien— dije con una sonrisa que al parecer no le convenció del todo.

Salí de mi casa y tomé mi bicicleta para dirigirme a la escuela, vivía un poco lejos por lo que se me hacía un poco más difícil llegar a tiempo.

En un momento, entre los árboles del bosque vi la silueta de "algo", era alto... demasiado, y flacucho con piernas largas y con la piel blanca como la nieve, definitivamente no era una persona ya que no llevaba ni una sola prenda. No pude evitar distraerme por lo que me crucé con un bache y caí sobre mis codos contra el pavimento.

Miré mis manos raspadas pero fue lo que menos me inquietó, volteé a mirar al mismo lugar donde vi esa cosa, pero ya no estaba ahí.

Continúe mi camino hasta llegar a la escuela con algo de confusión por lo que había pasado hace un momento.

Al llegar me encontré con Sheyla que tenía el ceño fruncido, al parecer aún estaba enojada por lo de los muñecos. Trató de ignorarme pero le hablé antes de que tratara de escapar.

— ¿Aún estás enojada?— pregunté haciendo cara de perrito regañado.

— No— dijo con amargura. Claro que estaba enojada.

†•𝑻𝒉𝒆 𝑫𝒐𝒍𝒍𝒔•† 𝒁𝒐𝒅𝒊𝒂𝒄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora