†Bienvenidos a Ravenhope el pueblo perdido†
Un pueblo casi desconocido, habitado por personas comunes que tratan de vivir sus vidas en paz y tranquilidad, pero como todos los pueblos Ravenhope tiene un lado oscuro que será descubierto por unos jóven...
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‡Narrador Omnisciente‡
Sheyla despertó con un fuerte dolor de cabeza, creyó que lo sucedido en el bosque tan solo había sido un muy mal sueño, una pesadilla, sin embargo todo el cuerpo le dolía, y no puedo evitar inquietarse al darse cuenta que no estaba en un lugar amigable. El olor era putrefacto y estaba oscuro, la poca visibilidad le ayudó a comprender que estaba rodeada de escombros, polvo y madera desgastada.
Al mover una pierna se dió cuenta que su pierna estaba encadenada, trató de liberarse pero esa imposible.
En en momento alzó la vista hacia la parte más oscura de esa pequeña "habitación", una sombra que tenía la figura de una mujer, o eso es lo que Sheyla pensaba. La sombra elevó un brazo señalando algo junto a Sheyla, la chica no comprendió pero la sombra mantenía su brazo elevado, Sheyla volteó a ver a su derecha, había una especie de bulto.
Sheyla, insegura, se atrevió a tocar el bulto junto a ella. Era una bolsa de plástico amarrada, pronto supo que el olor putrefacto provenía de esa pequeña bolsa.
Con todo el valor del mundo trató de abrir el nudo de la bolsa, fue difícil por la falta de luz pero después logró abrirla. El olor se incrementó haciendo que fuera más difícil respirar. Sheyla trató de no imaginarse lo peor, pero al meter la mano en la bolsa supo que lo que había ahí eran los restos desmembrados de algo. Sheyla se alejó de la bolsa hasta que la cadena se lo impidió.
La bolsa se desequilibró y cayó contra el piso dejando ver con más claridad lo que había dentro.
Una cabeza humana.
— Ayuda!!!!— gritó Sheyla con desesperación.
No el importó quedarse sin voz, solo quería escapar de ahí.
*** Vicente escribía en su libreta con rapidez hasta que la punta del lápiz se rompió.
— La noche de Halloween entramos a esa casa...— dijo para sí mismo— Desde ese día nos llegaron los muñecos y cosas extrañas han estado pasando.
Vicente se había obsesionado con el tema de los muñecos y de esa entidad del bosque, no durmió en toda la noche anterior y vivir junto a esa casa espeluznante no ayudaba en nada. Incluso de vez en cuando escuchaba voces y el rechinar de la madera como si alguien entrara y saliera de la casa.
— Vicente, te lo diré por última vez, ve a la escuela!— gritó su madre desde el primer piso.
Incluso se olvidaba de prioridades como la escuela.
Vicente tomó su libreta y la metió a su mochila con rapidez, estaba apunto de irse, no sin antes darle un último vistazo a esa casa que tanto lo intrigaba. El chico corrió, al menos tendría oportunidad de llegar a su última clase, ya que se pasó casi toda la mañana tratando de entender muchas cosas.