Cuando Cristo prohibió a la gente que le declarara rey, sabía que había
llegado a un momento decisivo de su historia. Mañana se apartarían de él
las multitudes que hoy deseaban exaltarle al trono. El chasco que
sufriera su ambición egoísta iba a transformar su amor en odio, su
alabanza en maldiciones. Aunque sabía esto, no tomó medidas para evitar
la crisis. Desde el principio, no había presentado a sus seguidores
ninguna esperanza de recompensas terrenales. A uno que vino deseando ser
su discípulo, le había dicho: "Las zorras tienen cavernas, y las aves
del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste su
cabeza.' Si los hombres pudiesen haber tenido el mundo con Cristo,
multitudes le habrían tributado fidelidad; pero no podía aceptar un
servicio tal. Entre los que estaban relacionados con él, muchos habían
sido atraídos por la esperanza de un reino mundanal. Estos debían ser
desengañados. La profunda enseñanza espiritual que hay en el milagro de
los panes no había sido comprendida. Tenía que ser aclarada. Y esa nueva
revelación iba a traer consigo una prueba más detenida.
La noticia del milagro de los panes se difundió lejos y cerca, y muy
temprano a la mañana siguiente, la gente acudió a Betsaida para ver a
Jesús. Venía en grandes multitudes, por mar y tierra. Los que le habían
dejado a la noche anterior, volvieron esperando encontrarle todavía
allí; porque no había barco en el cual pudiese pasar al otro lado. Pero
su búsqueda fue infructuosa, y muchos se dirigieron a Capernaúm, siempre
buscándole.
Mientras tanto, él había llegado a Genesaret, después de sólo un día de
ausencia. Apenas se supo que había desembarcado, la gente, "recorriendo
toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos
en lechos, a donde oían que estaba." Después de un tiempo, fue a la
sinagoga, y allí le encontraron los que habían venido de Betsaida.
Supieron por sus discípulos cómo había cruzado el mar. La furia de la
tempestad y las muchas horas de inútil remar contra los vientos
adversos, la aparición de Cristo andando sobre el agua, los temores así
despertados, sus palabras consoladoras, la aventura de Pedro y su
resultado, con el repentino aplacamiento de la tempestad y la llegada
del barco, todo esto fue relatado fielmente a la muchedumbre asombrada.
No contentos con esto, muchos se reunían alrededor de Jesús preguntando:
"Rabbí, ¿cuándo llegaste acá?" Esperaban oír de sus labios otro relato
del milagro.
Jesús no satisfizo su curiosidad. Dijo tristemente: "Me buscáis, no
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El deseado de todas las gentes
SpiritualitéA través de las páginas de esta obra conocerás a profundidad la vida en la tierra del Ser más maravilloso que haya podido pisar nuestro mundo. Este libro está cargado de detalles que te llevarán a vislumbrar la vida de quien es El Deseado de todas l...