CAPÍTULO 12 - La Tentación

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"Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto." Las palabras de Marcos son aun más significativas. El dice: "Y luego el Espíritu le impele al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás; y

estaba con las fieras." "Y no comió cosa en aquellos días." Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, fue llevado por el Espíritu de Dios. El no invitó a la tentación. Fue al desierto para estar solo, para contemplar su misión y su obra. Por el ayuno y la oración, debía fortalecerse para andar en la senda manchada de sangre que iba a recorrer. Pero Satanás sabía que el Salvador había ido al desierto, y pensó que ésa era la mejor ocasión para atacarle.

Grandes eran para el mundo los resultados que estaban en juego en el conflicto entre el Príncipe de la Luz y el caudillo del reino de las tinieblas. Después de inducir al hombre a pecar, Satanás reclamó la tierra como suya, y se llamó príncipe de este mundo. Habiendo hecho conformar a su propia naturaleza al padre y a la madre de nuestra especie, pensó establecer aquí su imperio. Declaró que el hombre le había elegido como soberano suyo. Mediante su dominio de los hombres, dominaba el mundo. Cristo había venido para desmentir la pretensión de Satanás. Como Hijo del hombre, Cristo iba a permanecer leal a Dios. Así se demostraría que Satanás no había obtenido completo dominio de la especie humana, y que su pretensión al reino del mundo era falsa. Todos los que deseasen liberación de su poder, podrían ser librados. El dominio que Adán había perdido por causa del pecado, sería recuperado.

Desde el anuncio hecho a la serpiente en el Edén: "Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya,' Satanás sabía que no ejercía dominio absoluto sobre el mundo. Veía en los hombres la obra de un poder que resistía a su autoridad. Con intenso interés, consideró los sacrificios ofrecidos por Adán y sus hijos. En esta ceremonia discernía el símbolo de la comunión entre la tierra y el cielo. Se dedicó a interceptar esta comunión. Representó falsamente a Dios, así como los ritos que señalaban al Salvador. Los hombres fueron inducidos a temer a Dios como a un ser que se deleitaba en la destrucción. Los sacrificios que debían revelar su amor, eran ofrecidos

únicamente para apaciguar su ira. Satanás excitaba las malas pasiones de los hombres a fin de asegurar su dominio sobre ellos. Cuando fue dada la palabra escrita de Dios, Satanás estudió las profecías del advenimiento del Salvador. De generación en generación, trabajó para cegar a la gente acerca de esas profecías, a fin de que rechazase a Cristo en ocasión de su venida.

Al nacer Jesús, Satanás supo que había venido un Ser comisionado divinamente para disputarle su dominio. Tembló al oír el mensaje del ángel que atestiguaba la autoridad del Rey recién nacido. Satanás conocía muy bien la posición que Cristo había ocupado en el cielo como amado del Padre. El hecho de que el Hijo de Dios viniese a esta tierra como hombre le llenaba de asombro y aprensión. No podía sondear el misterio de este gran sacrificio. Su alma egoísta no podía comprender tal amor por la familia engañada. La gloria y la paz del cielo y el gozo de la comunión con Dios, eran débilmente comprendidos por los hombres; pero eran bien conocidos para Lucifer, el querubín cubridor. Puesto que

había perdido el cielo, estaba resuelto a vengarse haciendo participar a otros de su caída. Esto lo lograría induciéndolos a menospreciar las cosas celestiales, y poner sus afectos en las terrenales.

No sin obstáculos iba el Generalísimo del cielo a ganar las almas de los hombres para su reino. Desde su infancia en Belén, fue continuamente asaltado por el maligno. La imagen de Dios se manifestaba en Cristo, y en los concilios de Satanás se había resuelto vencerle. Ningún ser humano había venido al mundo y escapado al poder del engañador. Las fuerzas de la confederación del mal asediaban su senda para entablar guerra con él, y, si era posible, prevalecer contra él. En ocasión del bautismo del Salvador, Satanás se hallaba entre los testigos. Vio la gloria del Padre que descansaba sobre su Hijo. Oyó la

El deseado de todas las gentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora