CAPÍTULO 70 - "Estos mis hermanos pequeñitos"

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“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los apartará los unos de los otros.” Así presentó Cristo a sus discípulos, en el monte de las Olivas, la escena del gran día de juicio. Explicó que su decisión girará en derredor de un punto. Cuando las naciones estén reunidas delante de él, habrá tan sólo dos clases; y su destino eterno quedará determinado por lo que hayan hecho o dejado de hacer por él en la persona de los pobres y dolientes. 

En aquel día, Cristo no presenta a los hombres la gran obra que él hizo para ellos al dar su vida por su redención. Presenta la obra fiel que hayan hecho ellos para él. A los puestos a su diestra dirá: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo: porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fuí huésped, y me recogisteis; desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.” Pero aquellos a quienes Cristo elogia no saben que le han estado sirviendo. A las preguntas que hacen, perplejos, contesta: “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.” 

Jesús dijo a sus discípulos que serían aborrecidos de todos los hombres, perseguidos y afligidos. Muchos serían echados de sus casas y empobrecidos. Muchos sufrirían angustias por la enfermedad y las privaciones. Muchos serían encarcelados. A todos los que abandonasen a sus amigos y su hogar por amor a él, prometió en esta vida cien veces tanto. Ahora asegura una bendición especial a todos los que iban a servir a sus hermanos. En todos los que sufren por mi nombre, dijo Jesús, habéis de reconocerme a mí. Como me serviríais a mí, habéis de servirlos a ellos. Esta será la evidencia de que sois mis discípulos. 

Todos los que han nacido en la familia celestial son en un sentido especial los hermanos de nuestro Señor. El amor de Cristo liga a los miembros de su familia, y dondequiera que se hace manifiesto este amor se revela la filiación divina. “Cualquiera que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.”

Aquellos a quienes Cristo elogia en el juicio, pueden haber sabido poca teología, pero albergaron sus principios. Por la influencia del Espíritu divino, fueron una bendición para los que los rodeaban. Aun entre los paganos, hay quienes han abrigado el espíritu de bondad; antes que las palabras de vida cayesen en sus oídos, manifestaron amistad para con los misioneros, hasta el punto de servirles con peligro de su propia vida. Entre los paganos hay quienes adoran a Dios ignorantemente, quienes no han recibido jamás la luz por un instrumento humano, y sin embargo no perecerán. Aunque ignorantes de la ley escrita de Dios, oyeron su voz hablarles en la naturaleza e hicieron las cosas que la ley requería. Sus obras son evidencia de que el Espíritu de Dios tocó su corazón, y son reconocidos como hijos de Dios. 

¡Cuánto se sorprenderán y alegrarán los humildes de entre las naciones y entre los paganos, al oír de los labios del Salvador: “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis”! ¡Cuán alegre se sentirá el corazón del Amor Infinito cuando sus seguidores le miren con sorpresa y gozo al oír sus palabras de aprobación! 

Pero el amor de Cristo no se limita a una clase. Se identifica con cada hijo de la humanidad. A fin de que pudiésemos llegar a ser miembros de la familia celestial, se hizo miembro de la familia terrenal. Es Hijo del hombre, y así hermano de cada hijo e hija de Adán. Sus seguidores no se han de sentir separados del mundo que perece en derredor suyo. Son una parte de la trama y urdimbre de la humanidad; y el Cielo los mira como hermanos de los pecadores tanto como de los santos. Los que han caído, los que yerran y los pecaminosos, son abarcados por el amor de Cristo; y cada buena acción hecha para elevar a un alma caída, cada acto de misericordia, son aceptados como hechos a él. 

El deseado de todas las gentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora