9: twenty three

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Agosto 2020
Monte Carlo, Mónaco

—¡Feliz cumpleaños! —exclama Charles saltándome en la cama como si fuera un niño.

—Déjame dormir —murmuro escondiéndome bajo las sábanas.

—No, ya es de mediodía, es hora de que te levantes —suelta brincando más seguido a mi lado—. Flo, arriba, por favor.

—Te voy a matar, Charles Leclerc —digo saliendo de mi escondite—. Me vas a dañar el colchón.

—Alguien se despertó de mal humor —comenta tirándose a mi lado.

Me siento lentamente y pego mi espalda al respaldar para ver si logro despertarme. Charles pasa su brazo por mis hombros, mientras me rasco el ojo izquierdo y el castaño me observa risueño. Dios, me debe querer un montón porque estoy segura de que me veo del asco.

—Felices veintitrés, Fleur —susurra intentando besarme, pero pongo mi mano entre nosotros—. ¿Auch?

—No me he cepillado los dientes, asqueroso, aléjate.

—Ah bueno, me quedo tranquilo, pensé que te habías cansado de mí.

Me salgo de la cama y me meto en el baño, riéndome a carcajadas por las cosas que dice este chico. Me tomo mi tiempo haciendo mis necesidades y me recuerdo a mi misma que hoy, más que nunca, mis padres estaban conmigo. Aprieto el collar de mi madre en mis manos y aunque intento evitarlo, me largo a llorar como una bebé recién nacida.

—Flo, ¿puedo pasar?

Me limpio rápidamente las lágrimas con las mangas del suéter y abro la llave para lavarme la cara cuando Charles entra y me observa fijamente. Me volteo y le regalo una sonrisa, que termina siendo una mueca y este solamente rodea mi cuerpo con sus brazos.

—Está bien que te sientas así, pero ya no estás sola, ya no más —susurra en mi oído e intento no ahogarme con mis lágrimas esta vez.

Leclerc me saca del baño de la mano e intenta tapar mis ojos mientras salimos de la habitación, pero no me cuesta darme cuenta del hermoso arreglo de flores que estaba en la mesa del comedor.

—No tenías por qué hacerlo —digo oliendo las hermosas flores—. Dios, ¿cómo supiste que amo las rosas?

—Tienes dibujos de rosas en tu cuarto, no fue difícil saberlo —me explica risueño—. Siéntate, falta algo.

Cumplo su orden mientras el monegasco sale corriendo y entra en la otra habitación de este lugar por unos segundos. De ella, sale con un montón de globos y una corona de plástico en las manos.

—No puede ser —balbuceo—. Charlie, ¿es en serio?

—Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti —canturrea bajito mientras me pone la corona y me entrega mi otro regalo.

No sé por qué razón o motivo estaba teniendo un ataque de risa, pero no podía detenerme y eso hizo que Leclerc se me terminara uniendo.

—G-gracias por esto —respondo levantándome y dándole un beso en la mejilla—. ¿Alguna otra sorpresa?

—Chiara y Zoey querían venir, pero les dije que tenía que preguntarte antes.

—¿Les caí tan bien? —cuestiono alzando ambas cejas—. Diles que vengan, pero con un regalo.

—Conociéndolas, son capaces de no traer ni un chicle.

Entro en la cocina dispuesta a comerme un tazón lleno de Froot Loops, pero el señorito me había hecho un montón de panqueques. Charles sonríe a todo dar cuando me nota a mí tan feliz y se sienta a mi lado, solamente a hablarme, mientras desayuno.

illicit affairs | charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora